
Una jubilada de 68 años fue víctima de un robo en su casa de 43 entre 9 y 10.
Todo comenzó cuando la víctima, desde el interior de su casa, escuchó un golpe proveniente del exterior.
Al salir a la vereda, se encontró con un hombre joven y descalzo que cargaba una mochila de tela negra a la espalda. Mantenía una conversación con la dueña de la verdulería ubicada en la esquina de 10 y 43.
El sujeto intentó entablar diálogo con ella, pero la mujer optó por ignorarlo y regresar a su casa.
Minutos después, un fuerte ruido volvió a emerger. Esta vez, desde el interior de su propia vivienda. La mujer descendió rápidamente por la escalera y se dirigió al garaje. Allí se encontró al mismo individuo dentro de su casa, que ya había reunido algunas herramientas de valor: una soldadora portátil, pinzas de todo tipo, cortafierros, una maza, llaves diversas y electrodos para soldar, todos envueltos en un paño.
El delincuente escapó ágilmente por el portón del garaje, que había dañado previamente para ingresar. En su huida, olvidó en la vereda la mochila con la que andaba.
Increíblemente a los pocos minutos el sujeto regresó con el objetivo de recuperar sus pertenencias. Ante la mirada perpleja de la víctima que observó todo desde su ventana, tomó sus cosas y se esfumó sin dejar más rastro.