En los últimos días, los precios internacionales del petróleo se dispararon tras ataques mutuos entre Israel e Irán, alcanzando subas intradía de más del 10% en el Brent y el WTI, ubicándose aunque luego moderándose en torno a los US$75–78 por barril. Esta escalada supone la mayor alza diaria desde marzo de 2022.
En el ámbito local, una suba sostenida del crudo se traduce en presiones sobre los precios de los combustibles, incidiendo directamente en la inflación, tras haber registrado una baja del 4% en mayo por la caída de precios.
En el frente exportador, Argentina podría beneficiarse: la formación VacaMuerta representa cerca del 58% de la producción de crudo del país y con los precios internacionales elevados puede aumentar sus ingresos exportadores y fortalecer el superávit energético.
Sin embargo, analistas de Rystad Energy advierten que un cierre o amenaza en el estrecho de Ormuz, por donde circula el 20% del petróleo global, podría intensificar aún más la volatilidad del mercado y agravar los efectos para Argentina, tanto en precios como en logística energética.
Esta situación también se reflejó en los mercados financieros nacionales: las acciones argentinas cotizadas en Wall Street (S&P Merval) cayeron 2,8%, mientras que YPF y Vista Energy fueron excepciones positivas impulsadas por el alza global del crudo. A futuro, la evolución dependerá de cómo se desarrolle el conflicto en Medio Oriente. Si la tensión se reduce, los precios podrían volver a los niveles previos. No obstante, cualquier escalada o intervención en rutas clave mantendrá presionada la inflación argentina y los costos de la energía.
