En un gran operativo, Estados Unidos atacó las centrales nucleares de Fordow, Natanz e Isfahán en Irán, según confirmó el presidente Donald Trump. El mandatario anunció que "todos los aviones regresaron sanos y salvos" tras lanzar "una carga completa de bombas sobre la instalación principal, Fordow".
Según imágenes satelitales el ataque dejó daños visibles en la montaña que alberga las instalaciones de Fordow: escenas de escombros y humo gris dan cuenta del uso de bombas antibúnker altamente potentes como la GBU-57/B (Massive Ordnance Penetrator), capaces de penetrar estructuras subterráneas.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, respaldó la operación desde el Pentágono. "Fue un éxito increíble y abrumador", indicó, que "devastó" el programa nuclear iraní. 
Teherán reconoció el bombardeo sobre Fordow y confirmó que Natanz e Isfahán también fueron alcanzadas, aunque no precisan el alcance de los daños. El gobierno iraní prometió "consecuencias duraderas" y el derecho a responder en defensa propia.
El operativo marca una escalada importante: por primera vez en décadas Estados Unidos interviene directamente contra Irán, más allá de las acciones israelíes previas. La comunidad internacional reaccionó dividida: organizaciones como la ONU reclaman contención.
La Casa Blanca defendió la acción como disuasión estratégica, alertando que Irán tiene ahora la elección "entre paz o tragedia", adviertiendo sobre futuros ataques mucho mayores si no abandona sus ambiciones nucleares. Mientras tanto, aumentan los temores sobre la posibilidad de una guerra abierta donde se involucren más países.



