
Una joven manicurista compartió en redes sociales la experiencia que vivió al asistir a una entrevista de trabajo en un reconocido salón de uñas de Buenos Aires, famoso por tener clientas del mundo del espectáculo. Lo que parecía una oportunidad prometedora, terminó revelando prácticas laborales que generaron indignación.
Según relató, al llegar al lugar se encontró con varias manicuristas ya sentadas, sin clientas, y un ambiente de trabajo silencioso. “Me hicieron sentar y empezar a trabajar sin explicarme nada antes”, contó. Recién después de comenzar con una prueba, le detallaron las condiciones: horarios de lunes a sábado, en turnos que iban de 8:30 a 15:00 o de 15:00 a 20:30. Es decir, más de seis horas por día, sin contar el tiempo adicional para limpiar y acomodar el salón.
El punto más polémico fue el sistema de pago: solo recibiría el 35% del total abonado por el cliente, y ese porcentaje se calcularía únicamente sobre el valor pagado en efectivo. “Si el cliente paga con tarjeta, igual te lo liquidan como si fuera en efectivo”, denunció. Además, debía encargarse de abrir y cerrar el local, limpiar, ordenar y llevar sus propias herramientas de trabajo, incluso un torno profesional de alto costo.
Con precios elevados en el salón , por ejemplo, una manicura semipermanente cuesta $17.000, el ingreso final sería mínimo. “Solo me quedarían 5 mil pesos. Y si no viene ninguna clienta, me voy sin cobrar nada”, explicó.
El testimonio generó repercusión entre otras trabajadoras del rubro, que también contaron haber atravesado situaciones similares. “No me parece justo que hagan esto”, concluyó la joven, cuestionando la falta de regulación y los abusos en el ámbito de la estética.