La noticia que sacudió al deporte argentino, Alejandra “Locomotora” Oliveras, ex campeona mundial de boxeo y referente de vida para miles de mujeres, falleció este lunes a los 47 años tras permanecer internada durante dos semanas en el hospital Cullen de Santa Fe, donde luchaba por su vida tras haber sufrido un ACV isquémico.
Con su carisma inconfundible, su sonrisa siempre lista y una energía que contagiaba a todos a su alrededor, Oliveras no solo conquistó títulos sobre el ring. Fuera de él, se convirtió en una figura inspiradora para generaciones enteras. Su historia, marcada por la superación, la transformó en mucho más que una deportista, fue una voz para quienes creían no tenerla, un ejemplo de que los sueños pueden alcanzarse con garra, esfuerzo y pasión.
Su fallecimiento generó una ola de dolor en todo el país. Familiares, entrenadores, amigas, sus alumnas del gimnasio, sus compañeros de la carrera de Psicología y sus miles de seguidores en redes sociales inundaron internet con mensajes de despedida, amor y admiración. Este lunes a las 17 está prevista una conferencia de prensa frente al hospital, donde será recordada por médicos y allegados.
Alejandra había sido internada el pasado 14 de julio, luego de sufrir un accidente cerebrovascular. Tras una compleja craniectomía descompresiva, permaneció en terapia intensiva con asistencia respiratoria mecánica. Aunque en los últimos días mostró breves respuestas, como dirigir la mirada hacia sus familiares, su cuadro siguió siendo crítico. “Era una paciente que requería un seguimiento muy cercano”, había explicado el director de la UTI, Néstor Carrizo. Los estudios también confirmaron una obstrucción severa en la carótida derecha que agravó su estado.
Su cuerpo fue fuerte hasta el final, como lo fue toda su vida. Campeona mundial en cinco oportunidades y en distintas categorías, Oliveras fue también una luchadora fuera del cuadrilátero, sobrevivió a la pobreza, a la discriminación y a los prejuicios para escribir su nombre entre los grandes del deporte argentino. En los últimos años había volcado su energía a formar nuevas generaciones de boxeadoras y a estudiar Psicología, soñando con seguir ayudando a quienes enfrentaban situaciones difíciles como las que ella misma atravesó.
Hoy el país la despide con lágrimas, pero también con orgullo. Porque Alejandra “Locomotora” Oliveras no solo fue una campeona del boxeo. Fue una campeona de la vida.




