Un día como hoy, pero hace 25 años, el emblemático médico platense René Favaloro se encontraba en su domicilio a punto de tomar una fatal decisión: luego de ducharse y afeitarse, tomó un arma y se disparó en el corazón.
Su despedida fue planeada hasta el último detalle. Dejó siete cartas escritas a mano para darle un cauce a los sentimientos de derrota que lo abrumaban en sus últimos días, entre sus reclamos al Estado argentino, su ahogo financiero de su fundación y su agotamiento físico y moral.
Escribió a su familia, a sus colegas, a sus amigos y personas más cercanas y hasta a las autoridades políticas para expresar su descontento. La partida del oriundo de La Plata causó tanta conmoción que al día de hoy todavía lo recordamos por sus aportes a la medicina, con influencias no sólo en el país sino también en todo el mundo.
"Si se lee mi carta de renuncia a la Cleveland Clinic, está claro que mi regreso a la Argentina (después de haber alcanzado un lugar destacado en la cirugía cardiovascular) se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca perdí mis raíces", explicó el profesional en su última despedida. "Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica. La primera etapa en el Sanatorio Güemes, demostró que inmediatamente organizamos la residencia en cardiología y cirugía cardiovascular, además de cursos de post grado a todos los niveles", siguió.
El médico hacía alusión al rechazo de tantas ofertas para trabajar en Estados Unidos y organizar en Buenos Aires un centro de excelencia en cirugía cardiovascular que combinara la asistencia médica con la docencia y la investigación que responda a los estándares internacionales. "La medicina sin compromiso con el otro es apenas una técnica", sostenía.
Así el platense creó la emblemática Fundación Favaloro que introdujo la cardiología moderna en la Argentina y fue pionero en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades coronarias y que hoy en día sigue siendo una referencia de la medicina argentina.
Sin embargo, sus esfuerzos por impulsar la ciencia de la salud fueron largamente desgastados por lo que él describió como una corrupción del sistema que, poco a poco, terminaron por cansarlo a tal punto que incluyó varios párrafos al respecto en su carta de suicidio.
Pero, pese a la dura situación que atravesaba en sus últimos días, intentó llevar calma a su familia y a sus amistades. "Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en Estados Unidos se me presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, es cierto. Espero que me recuerden así", escribió.
Su recuerdo es hoy un símbolo de la medicina moderna y la creación del bypass dejó una marca imborrable en las prácticas quirúrjicas en todo el mundo. No sólo quedará en la historia como un científico brillante, sino también como un educador y defensor de la medicina social. Su trabajo y su compromiso con la salud pública continúan inspirando a miles de profesionales de la medicina y a la sociedad en general.
