En las últimas horas, se conoció un video que revela el mecanismo con el que se habrían copiado varios postulantes que obtuvieron puntajes altísimos en el Examen Único de Residencias Médicas. En las imágenes aparece un estudiante con lentes espía que graban en tiempo real, y que habría utilizado esa tecnología para registrar hoja por hoja el examen completo mientras lo rendía.
Según trascendió, la modalidad era simple y efectiva: filmaban el examen con anteojos Rayban Meta , que tienen una cámara incorporada, pedían ir al baño y desde allí enviaban el video o imágenes a un contacto externo que resolvía las preguntas. Luego, volvían al aula con las respuestas memorizadas o anotadas de forma discreta.
La maniobra quedó en evidencia no solo por el video que circuló, sino también por un patrón que llamó la atención: varios aspirantes, especialmente un grupo de jóvenes ecuatorianos, salieron al baño varias veces durante la prueba.
Uno de los señalados es Alejandro David Castillo Adrián, un estudiante de 26 años de la Universidad de Guayaquil, que obtuvo un 92/100. En el video filtrado, se lo ve registrando el examen completo con los lentes. Su caso se convirtió en una de las pruebas clave dentro de la investigación del Ministerio de Salud.
El escándalo derivó en la suspensión del orden de mérito original y en la convocatoria a un nuevo examen para quienes obtuvieron 86 puntos o más. Así lo confirmó el vocero presidencial Manuel Adorni, al señalar que se detectaron irregularidades en los exámenes de más de 200 postulantes. La nueva fecha está prevista para el 4 y 5 de agosto, y alcanzará a 268 aspirantes bajo sospecha.
Además, nueve de los 27 mejores puntajes pertenecen a estudiantes ecuatorianos, muchos de los cuales provienen de universidades que nunca antes habían figurado entre los primeros lugares del ranking, lo que generó aún más sospechas.
Para finalizar, se suma que muchas universidades ecuatorianas no contabilizan las materias desaprobadas en los promedios finales, lo que distorsiona el rendimiento académico y dificulta su comparación con los egresados del sistema argentino, donde los aplazos sí impactan en el promedio.