La calma de la madrugada en el barrio El Rincón se vio abruptamente interrumpida cuando, cerca de las 6:30, una mujer de 71 años fue sorprendida por un ruido inquietante, la puerta trasera de su casa, situada en la calle 132 entre 441 y 442, se abría con fuerza. Sin tiempo para reaccionar, dos sujetos encapuchados irrumpieron en su vivienda. Uno de ellos, empuñando un arma, la sujetó por el cuello y le ordenó que no gritara, mientras su cómplice comenzaba a revisar el interior de la propiedad.
El pánico se apoderó de la víctima, quien comprendió rápidamente que su integridad estaba en grave peligro. Los intrusos fueron claros en sus amenazas, querían dinero, dólares y joyas. Mientras uno la mantenía amenazada, el otro revolvía cajones y muebles buscando objetos de valor. Con la voz quebrada por el miedo, la mujer les dijo que solo tenía 90 mil pesos en efectivo, esperando que eso fuera suficiente para que se retiraran.
Sin embargo, la violencia no terminó ahí. La obligaron a acostarse boca abajo en el suelo, le ataron las manos con una remera y los pies con un cable, dejándola completamente inmovilizada. Continuaron recorriendo la casa mientras ella, impotente, escuchaba los pasos acelerados, los golpes de objetos cayendo, y sentía que los minutos se hacían eternos.
Finalmente, después de unos diez o quince minutos, los delincuentes huyeron llevándose el dinero y dos teléfonos celulares. Antes de escapar, cerraron la misma puerta por la que habían entrado, un detalle que generó una inquietud aún mayor, no había señales de fuerza en la cerradura. Todo indica que utilizaron una llave.
En ese momento, la mujer recordó un hecho ocurrido días antes, había perdido las llaves que más tarde apareció misteriosamente frente a su domicilio. La principal sospecha es que los asaltantes la vieron perderlas, se apoderaron de ellas y aprovecharon esa circunstancia para acceder a la vivienda sin dejar evidencia.
Según el testimonio de la víctima, uno de los ladrones fue visto ingresando a la verdulería ubicada justo enfrente de su casa tras el hecho, un dato que podría resultar crucial para identificarlo.
La Policía se encuentra analizando las grabaciones de cámaras de seguridad de la zona para reconstruir el recorrido de los atacantes. Buscan determinar si hubo vigilancia previa al asalto, de qué manera se desplazaron y si contaron con apoyo externo. La teoría más firme señala que los ladrones planearon el robo desde el momento en que obtuvieron las llaves, siguieron a la mujer para conocer su domicilio, y aguardaron el instante oportuno para actuar.
Cada imagen revisada representa una posible pista para atrapar a los autores de este hecho que conmocionó a una vecina de Villa Elisa y provocó temor entre los residentes del barrio.
Este nuevo caso de inseguridad vuelve a poner en el centro del debate una realidad preocupante, los jubilados siguen siendo blanco frecuente de hechos delictivos. En numerosos barrios de la región, que reflejan la impunidad con la que se mueven estos grupos.
La brutalidad con la que son tratados, y la falta de compasión hacia personas que han dedicado su vida al trabajo y la familia, se evidencia en cada nuevo episodio. La vulnerabilidad de los mayores parece haberse convertido en un incentivo más para quienes cometen estos crímenes, sabiendo que muchas veces no encontrarán resistencia. Esta indefensión los deja a merced de la violencia, sin herramientas para defenderse.





