Este 15 de agosto se conmemora el Día del Niño en toda la Argentina y, entre la tradición y el contexto económico actual, hacerle un regalo a los más chicos de la familia puede ser una preocupación para algunos padres. Sin embargo, algunas opciones sin costo que pueden asegurarles un momento de diversión entre amigos y parientes.
Los juegos de antes son una gran alternativa a las propuestas que hoy parecen tomar el mercado. Cuando no había Internet, Play Stations o redes sociales, los chicos tenían otras formas originales de pasar el rato y mover un poco el cuerpo. Algunas de ellas pueden haber quedado sólo como un recuerdo, mientras que otras siguen siendo una buena alternativa que los padres pueden enseñar a sus hijos.
La Rayuela, el clásico juego que le inspiró una de las obras exponentes de la cultura argentina, con la pluma de Julio Cortázar, es una de estas opciones que, un poco, se fue perdiendo con el avance de la tecnología. El juego consiste en trazar un recorrido en el suelo, generalmente con tizas de colores, y agregarles números a los casilleros, que serán saltados por los participantes según les asigne la suerte. Quien llegue al "cielo" -el casillero final-, sin perder el ritmo, gana.
Las escondidas es otro juego que dejó de verse entre las infancias, pero que sigue teniendo el potencial de movilizar la adrenalina y la risa entre los chicos. Uno de los participantes debe contar hasta diez para dar tiempo a los demás de mimetizarse con el entorno antes de salir a buscarlos. Si estos logran tocar el lugar donde contó sin que los atrapen, conseguirán que la misma persona vuelva a contar, sino, se les condena a tomar su lugar.
El elástico debe ser uno de los más perdidos con el tiempo. Aunque en una época fue muy popular entre los estudiantes del nivel primario, ya no se ve que en los patios de las instituciones los chicos salten sobre una cinta elástica sostenida por las piernas de dos asignados. La meta era lograr una serie de ejercicios sin cometer errores, mientras los niveles de dificultad van en aumento.
Otros juegos clásicos y prácticamente gratuito que sí ha sobrevivido al movimiento del reloj son los diversos retos que involucran muchos amigos y un mazo de cartas. El Chinchón, la Escoba de 15, y, para los más chicos, la tradicional Casita Robada son algunos ejemplos de los que trascienden generaciones y El Chancho, el Culo Sucio y el Desconfío son algunas de las opciones que más adrenalina y hasta discordia pueden generar entre participantes.
Sin duda, todas estas opciones promueven un tiempo de calidad en familia cuando los más grandes enseñan a los más jóvenes las reglas de juego. Además, muchas veces fomentan la creatividad, la actividad física y el aprendizaje de números sin perder el foco en la diversión.
