Durante la tarde del miércoles el refugio subió una publicación del perro, donde se lo veía sonriente anunciando que el jueves sería el último día para darle una oportunidad.
Fue ahí cuando un rescatista se acercó al refugio, en búsqueda de conocerlo.
Ni bien llegó, la voluntaria le comentó “Hoy es nuestra última esperanza, ¿Quizás lo miras y te gusta?”.
Al final del pasillo se encontraba él. Sentado en silencio, sobre un viejo cobertor en la esquina. El cuenco de comida se había volcado y ni siquiera le interesaba.
“Él está tranquilo” comentó el rescatista, frase que rápidamente fue corregido por la voluntaria “Él se rindió ya”.
En ese instante, como si estuviera entendiendo todo, el perro lo miró y se recostó. Fue ahí cuando el rescatista tomó la decisión de adoptarlo.
El perro salió con calma hacia él y mientras completaban los papeles se sentó a su lado esperando para poder irse de ahí tras casi un año de espera.




