Adrián Agis, docente y rescatista, contó la historia de Limón, un gato que encontró hace tres meses en 36 entre 17 y 18, y desde entonces atravesó un duro camino de recuperación.
El animal, de aproximadamente tres años, tenía una fractura vieja en una de sus patas delanteras que no había sido tratada. “Era como un palito, no tenía músculo ni función, estaba en una posición incómoda para caminar. El cirujano confirmó que había sido un daño traumático, probablemente por un auto”, relató Agis.
La intervención quirúrgica derivó en la amputación, y en paralelo se descubrió que Limón es positivo de VIF, una enfermedad viral común en gatos callejeros que afecta sus defensas.
A pesar de todo, Limón se recuperó: fue vacunado, castrado y hoy se mueve con normalidad con sus tres patas. Su carácter también lo hace especial: “Es muy dócil, muy afectuoso, le gusta estar donde está la gente. Es miedoso, pero cuando entra en confianza es muy dependiente, necesita compañía y no le gusta estar solo”, explicó su rescatista.
El proceso hasta aquí fue complejo. El gato pasó por distintas casas de tránsito, varias internaciones y tratamientos costosos. “Me costó muchísimo conseguirle lugar porque, al ser positivo, no puede convivir con otros gatos. Incluso pagué tránsitos, porque era muy difícil que alguien pudiera tenerlo como único gato en su casa”, contó Agis.
Hoy Limón está listo para ser adoptado. La familia ideal, según su rescatista, debería poder pasar mucho tiempo con él, no tener otros gatos y, en lo posible, tampoco perros, salvo que sean muy tranquilos. “La familia que busco para Limón es una que pueda compartir con él gran parte del día, que no lo deje muchas horas solo. Que puedan darle cariño, paciencia y también solventar gastos veterinarios en caso de una recaída”, pidió.
Después de meses de incertidumbre y cuidados, Limón espera que alguien le abra definitivamente las puertas de un hogar donde pueda sentirse seguro y acompañado.
