La cerveza y, en particular, las cervezas artesanales tienen cierto protagonismo en la identidad cultural de la ciudad de La Plata. Y es que en la capital bonaerense hay cierta cultura de compartir un trago de esta bebida con amigos y hasta familia, pero lo que muchos desconocen es que esta preparación también fue protagonista de una impactante historia local.
Todo ocurrió en los años de juventud de la ciudad, en 1902. Pocos pudieron anticipar entonces que La Plata, fundada hacía apenas 20 años, sería escenario de uno de los crímenes más insólitos y precisos. La víctima fue un teniente francés, Mauricio Barouille, quien tuvo una amarga muerte que resonó en toda la población y fue investigada por Nicolás Colombo, el historiador detrás de la cuenta de Facebook Misterios de La Plata.
Fue en una tarde de agosto que el europeo compartía un tiempo con un joven de 22 años que alquilaba una habitación en su casa, ubicada en calle 59 entre 3 y 4. La sirvienta de Barouille recibió la orden de comprar una botella de cerveza para compartir que el joven tomó y sirvió en dos vasos, uno para él y el otro para su anfitrión, que rápidamente notó un sabor particular en la bebida.
Al principio responsabilizó a la mujer por la extrañeza y le llamó la atención por no lavar bien los platos. Su sesgo le impidió sospechar que el brebaje tenía un compuesto agregado que terminó con su vida. Y es que, cuando le realizaron la autopsia, su cuerpo presentó una dosis fatal de colchicina, un fármaco que se usa para tratar cuadros reumáticos.
A raíz de su deceso, se detuvo a su sirvienta y al joven, un estudiante de la Facultad de Veterinaria oriundo de Mar del Plata. Sin embargo, rápidamente ella fue liberada y él quedó en la mira de la Justicia por homicidio.
El dramatismo de la historia se profundiza aún más al conocer el móvil del asesinato: el joven se habría enamorado de la esposa de Barouille y consideró al francés como un obstáculo para conquistar su voluntad, por lo que decidió deshacerse de él con un brindis.
