Una historia conmovedora recorre todo X despertando la añoranza por las amistades que la vida nos regala en la infancia. Micaela, una usuaria de la plataforma, contó cómo recuerda a una amiga con quien se cruzó de chica, pero sus caminos se bifurcaron durante la adolescencia.
"Venía a llorar a mi casa cuando era chiquita", empezó. La nena era víctima de violencia doméstica y, de vez en cuando, su madre le propinaba algunos golpes que le dejaban la cara empapada de lágrimas. "Hacíamos coreografías de Shakira para no llorar", recordó con algo de humor.
Poco a poco, forjaron un vínculo cercano que, más temprano que tarde, un novio de ella terminó por arruinar. "Siempre lo odié. Ella estaba enamorada de él y el día de su cumple me invitó a chapar", contó. Sin embargo, su amiga fue incapaz de echarle la culpa a su pareja, se enojó con ella y terminaron por distanciarse.
"También nos separó la vida, hay que decirlo. Yo entré a la escuela privada y empecé a escuchar The Velvet Underground; ella se calzó las Nike y los pantalones sin bolsillos", dijo contrastando las personalidades y las influencias que las empezaron a rodear.
Pero los rencores guardados fueron lavados por el tiempo y la historia terminó en un acto de redención. "Ella le puso a su hija mi nombre; siento que fue una forma de reconciliarnos. La menos egocéntrica soy", bromeó.
una ex amiga del barrio que venía a llorar a mi casa cuando era chiquita porque la mamá la fajaba y con la cual nos peleamos por un gil cuando teníamos quince años le puso a su hija mi nombre siento que fue una forma de reconciliarnos la menos egocéntrica yop
— urrpss (@urppila) September 15, 2025
"Ahora todas [las bebés] se llaman Zoe, Emma y Olivia. ¿Quién le pone Micaela a su hija en 2025?", agregó para defender lo que, a fin de cuentas, sólo fue una interpretación suya, pero que no pareciera tener errores.
Los demás usuarios de X no pudieron evitar conmoverse por la historia. Los momentos de baile y diversión de la infancia que lograron sortear las dificultades de la vida, los desencuentros provocados por el desarrollo de las personalidades de cada una y, por último, el momento del perdón hicieron que ningún lector pueda aguantar la carga emocional y todos se sintieron felices con el final.
"Haceme el favor de invitarla a tomar mate", lanzó alguien que sintió la necesidad de que el relato no quede en la anécdota, sino que sus caminos vuelvan a unirse.




