La Plata sabe recibir a jóvenes de todos lados y juntar sus caminos entre las diagonales perfumadas de tilo y jacarandás. Una apasionada y trágica historia de amor nació de esa forma en esta ciudad cuando una platense y un francés que gozaba de explorar el mundo se cruzaron un día de los años 70s.
Él era un viajero y había recorrido el continente americano de punta a punta, pero sólo en la capital bonaerense encontró algo que lo hizo aferrarse a un lugar. Lo que empezó con algunas cartas escritas a mano terminó en una unión nupcial y, más tarde, en una despedida agridulce.
"Se veían en casa de unos y otros. Él volvió a Francia y empezaron a escribirse. Se declararon su amor recíproco y decidieron casarse", recordó María Celia Arana en un grupo de Facebook que recupera las historias donde La Plata fue tan protagonista como su gente.
La mujer resumió la fortaleza de ese amor pese a la distancia en un particular detalle de la boda: "se casaron sin haberse besado nunca, salvo en la mejilla como con cualquiera del grupo de amigos".
"Él fue a verla en 1971, ahí si se dieron el primer beso que fue seguido de muchos más. Ella fue a Francia a principios de 1972 para ver donde iba a vivir y él volvió a La Plata a fines de mayo 1972". Fue en ese encuentro en que dieron el sí y, nueve meses después, nació su primer hija.
"La siguieron en 1976 y 1977 dos varones", siguió narrando. Pero la felicidad se vio interrumpida con el desafortunado fallecimiento de él. "Murió a los 46 años", sostuvo y reveló: "acá está la platense contando esta historia desde su departamento en Lyon".
El hall de su vivienda aun le recuerda a su marido y a aquel joven que conoció hace 57 años en la capital bonaerense. "Él tiene tres nietos, dos países, dos idiomas, amigos y familia de cada lado del charco y 75 veranos", concluyó la mujer.





