En un contexto donde la vorágine del día a día a veces nos desconecta de nosotros mismos, Eugenia encontró su propósito en el chamanismo y las prácticas espirituales vinculadas a la energía, el sol y la tierra.
En este marco, desde La Plata, organiza encuentros en los que la energía se convierte en un puente de sanación colectiva y donde lo más valioso es la comunión: un espacio cuidado donde nadie juzga, todos se escuchan y cada voz encuentra su lugar.
En este marco, a partir de dinámicas que combinan respiración, sonidos y meditación, sus encuentros se transforman en experiencias liberadoras. Y más allá de cada práctica, Eugenia propone un camino de autoexploración y cuidado consciente, para reconectar con la fuerza sanadora que habita en cada persona.
En los encuentros que organiza, "la energía se convierte en un puente", según sostuvo. Para ella, lo más valioso de la experiencia grupal es “la comunión que se da, un lugar cuidado donde nadie critica a nadie, todos se escuchan y todos tienen la palabra”. Incluso quienes no participan activamente y les da vergüenza hablar, encuentran un espacio de sanación solo a través de la escucha.
Eugenia explica que en cada reunión la energía se transforma: “cuando son muchas personas, imaginate, es tremenda la energía que se produce ahí; el cambio se nota enseguida, uno se siente más liviano, más suelto”. Los ejercicios con sonidos, respiración y frecuencias se combinan con dinámicas de meditación, y muchas veces los encuentros terminan en un baile liberador.
Otro pilar fundamental de su propuesta es la compasión y según resaltó: “ponerte en el lugar del otro, entenderlo desde su experiencia, desde lo que a él le pasó, sin juzgar”. En esos círculos, las personas intercambian vivencias y consejos, construyendo un espacio de apoyo mutuo.
Entre sus encuentros más profundos se encuentran los de sanación de útero, donde se busca reconectar con el linaje femenino: madres, abuelas y bisabuelas. En esas experiencias suelen aflorar memorias guardadas, emociones intensas y también liberaciones que permiten comenzar procesos de sanación.
Más allá de cada práctica puntual, Eugenia relata estos encuentros como una puerta de entrada: un “puntapié” para que las personas se animen a investigar qué les hace bien, ya sea a través del yoga, la respiración consciente o incluso actividades cotidianas que conecten con el disfrute.
“Siempre traté de dar herramientas a las personas, que puedan comenzar a manejar su energía y estar con más conciencia de su cuerpo físico”, explica. Su misión es esa: acompañar a otros en el camino de reconocer la fuerza sanadora que habita en cada uno, en diálogo permanente con la naturaleza y la energía universal.
