En La Plata, ciudad conocida por su inconfundible traza urbana, sus diagonales y su perfil forestal, el tilo ha sido históricamente el emblema vegetal que perfuma las calles en primavera. Sin embargo, entre la extensa arboleda platense, otro árbol ha logrado ganarse un lugar en la identidad visual de la ciudad y ese es el jacarandá del cual se esconde un misterio que alimenta el imaginario urbano.
Según cuentan vecinos, jardineros y amantes de la botánica urbana, en algún rincón de La Plata existe, o existió, un jacarandá que, en lugar de florecer con su característico tono lila o azul violáceo, lo hace de un blanco inmaculado, casi fantasmal.
Algunos lo ubican en zonas cercanas al Paseo del Bosque, otros en plazas menos transitadas, y no faltan quienes aseguran haberlo visto en jardines privados o instituciones educativas.
Aunque no existen registros oficiales que confirmen su existencia en el arbolado público de la ciudad, el mito se mantiene vigente y circula como una leyenda urbana que suma mística al paisaje platense.
Desde el punto de vista botánico, los jacarandás blancos sí existen, aunque son sumamente raros y suelen ser producto de mutaciones genéticas o cruces experimentales, por lo que no es imposible que uno haya sido plantado como curiosidad en algún sector de la ciudad.
Más allá de su color, el jacarandá es uno de los árboles más queridos y fotografiados por los platenses. Su floración, que suele darse entre octubre y noviembre, transforma veredas, plazas y avenidas en un espectáculo natural.
