Cuando cae la noche en La Plata y las luces del centro se apagan lentamente, un grupo de voluntarios comienza su recorrido por las calles con un único objetivo: acompañar a quienes más lo necesitan. Son los Callejeros Nocturnos, una organización solidaria que, desde hace años, recorre distintos puntos de la ciudad brindando contención, alimento y, sobre todo, humanidad a personas en situación de calle.
Lo que comenzó como una iniciativa individual se transformó en una red de ayuda que va mucho más allá de repartir viandas. Bajo el lema de “estar, escuchar y acompañar”, el grupo sale todos los martes por la noche desde 7 y 49, llevando consigo no solo comida caliente, sino también una palabra amable, una conversación, o simplemente una presencia constante que rompe con el aislamiento social que sufren muchas personas en situación de calle.
La fundadora del grupo, Susana “Susan” Vargas, es una referente en esta labor. Ella fue quien dio el primer paso y motivó a otros a sumarse, convencida de que la empatía es el primer paso hacia una sociedad más justa. “No es solo dar comida. Es reconocer al otro como alguien que merece ser mirado, escuchado y respetado”, ha dicho en entrevistas recientes. Para Callejeros Nocturnos, el acto de salir a la calle es un gesto político y profundamente humano.
El equipo está formado íntegramente por voluntarios. No dependen del Estado ni de empresas privadas: funcionan gracias a donaciones y al compromiso desinteresado de quienes quieren ofrecer su tiempo. Preparan viandas, juntan ropa, gestionan trámites y, en algunos casos, logran reinsertar a personas en redes de asistencia social o en programas de salud y vivienda.

La ciudad de La Plata no es ajena a la problemática del sinhogarismo. Aunque no hay cifras oficiales actualizadas, el número de personas en situación de calle crece con la crisis económica y la falta de políticas públicas sostenidas. Ante esta realidad, Callejeros Nocturnos se ha convertido en un refugio móvil, una red de apoyo que llega a donde otros no llegan, con recursos limitados pero con una voluntad inquebrantable.
Callejeros Nocturnos demuestra que, incluso en medio de la indiferencia o el abandono, es posible generar comunidad. Su presencia constante en las calles no solo ayuda a sobrevivir, sino también a recordar que nadie debería quedar afuera del abrazo colectivo. En cada salida nocturna, se enciende una chispa de dignidad en una ciudad que, muchas veces, duerme con los ojos cerrados.




