El sentido común ausente y la criminalización del hombre

En un informe especial, la especialista Mimi Dominici, Comunicadora Pública y Política, habló sobre el sentido común ausente y la criminalización del hombre
Sociedad 13/10/2025 . Hora: 20:15
El sentido común ausente y la criminalización del hombre

Por Mimi Dominici

PROVINCIA NET

Comunicadora Pública y Política

En los últimos años, el discurso social y mediático se ha visto invadido por una tendencia preocupante: la generalización. Ciertos sectores del feminismo radical han instalado la idea de que todo hombre es un potencial agresor, distorsionando así el verdadero sentido de justicia e igualdad.

REINO DE LOS CHOCOLATES

Este relato, sostenido desde espacios militantes y a menudo reproducido por figuras públicas, olvida que los asesinos son asesinos sin distinción de género, nacionalidad o condición social. Sin embargo, la narrativa dominante parece empeñarse en adjudicar la violencia exclusivamente al sexo masculino, alimentando el odio y la desconfianza entre hombres y mujeres.

El caso Lucio Dupuy: una verdad incómoda

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El asesinato del pequeño Lucio Dupuy, de apenas cinco años, es una de las tragedias más estremecedoras de la Argentina contemporánea. Torturado, violado y finalmente asesinado por dos mujeres —su madre y la pareja de esta—, el caso expuso una realidad que el relato hegemónico se resiste a reconocer: la violencia también puede provenir de mujeres.

Lucio asistía a la escuela con fracturas, quemaduras de cigarrillos y golpes visibles. A pesar de las evidencias, el Estado no actuó. Los organismos de protección, más atentos a sostener un discurso político que a cuidar la infancia, miraron hacia otro lado. Hoy, el nombre de Lucio es un símbolo del abandono institucional y del doble estándar con el que se juzgan los delitos según el género del agresor.

La estigmatización del hombre y las falsas denuncias

En paralelo, cientos de hombres en Argentina denuncian haber sido víctimas de falsas acusaciones, muchas veces en el marco de conflictos de pareja o disputas por la tenencia de los hijos. Estas denuncias, presentadas como “presunción de violencia”, suelen ser aceptadas sin pruebas suficientes, generando un daño irreparable en la reputación, la vida laboral y el vínculo con los hijos.

El relato feminista más radical, que se autoproclama defensor de los derechos, ha contribuido a la demonización del varón, instalando una cultura del miedo y la sospecha. La consecuencia directa es que la palabra de la mujer se toma como verdad absoluta, mientras que el hombre queda en un estado permanente de indefensión.

El doble estándar de la justicia y los medios

Cuando el agresor es un hombre, los titulares se multiplican y la condena social es inmediata.

Cuando las agresoras son mujeres, como en el caso Dupuy, se intenta justificar, silenciar o minimizar el hecho. Este doble estándar erosiona la credibilidad de los movimientos que dicen luchar por la igualdad y genera una fractura social que perjudica a todos.

Una mirada necesaria

Es momento de recuperar el sentido común, de entender que la violencia no tiene género y que la justicia debe ser igualitaria. Las víctimas de falsas denuncias merecen el mismo acompañamiento y la misma empatía que cualquier otra víctima.

Criminalizar al hombre por su condición de tal no es justicia, es discriminación.

Como sociedad, debemos abandonar los relatos de odio y construir un discurso verdaderamente humano, donde la verdad y la equidad prevalezcan por encima de las ideologías.

Porque el dolor no tiene género. Y la justicia, tampoco debería tenerlo.

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