Ayer marchamos porque tenemos miedo

Sociedad 12/04/2017 . Hora: 09:49
Ayer marchamos porque tenemos miedo
Por FLOR MASCIOLI (*) Twitter: @FlorrMascioli Ayer no se marchó solamente por Micaela. Se marchó por todas las que murieron en manos de violadores y asesinos. Y también se marchó por nosotras, por las que estamos vivas. -Qué triste tener que conformarnos con eso- Se marchó para que vos, que sos hombre y estás leyendo esto, entiendas que estamos hartas de ustedes: los enfermos. Los que nos piropean en la calle cuando ya anocheció y nos hacen entrar en pánico y cruzar de vereda por miedo a que nos acorralen en alguna casa abandonada o en alguna obra en construcción. Se marchó para que vos, que también vas a trabajar como yo a las 6 y media de la mañana todos los días para ganarte el pan de forma digna, no me toques bocina y bajes la ventanilla de tu auto para decirme una asquerosidad porque a vos no te asusta andar solo por la calle en una cuadra en la que, con suerte, funciona una luz. Y a mí si me asusta. Ayer también se marchó para que vos, que tenés un nene de 10 años, le enseñes que la mesa en casa la tienen que levantar entre todos en vez de obligar a mamá, cuando -encima de que te cocinó, habiendo laburado todo el día en tu casa, lavándote la ropita que sacás del placard seca y perfumada, o afuera, cumpliendo un horario a rajatablas- tenga que refregar con la esponjita cada platito y cada vasito que ensuciaste. Ayer también se marchó para que nos cuiden. ¿Pero por qué no nos cuidan? ¿No nos quieren? ¿Qué tienen en la cabeza? ¿De qué nos tienen que cuidar? Ya sé: de los enfermos que se creen superiores por tener pito. De los enfermos que piensan que piropearte en la calle los habilita a poder tocar alguna parte de tu cuerpo aunque vos no quieras. De los hombres que creen que porque tenés tetas y culo pueden contarte lo que se imaginan que harían con vos. Qué asco. Ayer marchamos recordando a Micaela. Y exigiendo justicia porque su asesino se quiso suicidar antes de ser detenido. Y nadie quiere su muerte. Todos queremos que sufra y que pague por lo que hizo: por haber violado a tres mujeres. Hijo de puta. Hay tantas Micaelas sin nombre y cuya muerte todavía no trascendió. Micaela se llama mi hermana, y se me aflojan las piernas si me pongo a imaginar lo que sentiría si le pasara algo. A ella, o a mi vieja, a una amiga, a una compañera del laburo, a la dueña del almacén de mi barrio, a una piba que ni conozco, o a mi misma. Tiemblo porque en la sociedad enferma en la que vivimos, nadie está exento de nada. De absolutamente nada. ¿De la muerte tampoco? Y, parece que no. Ni de las violaciones, ni del "empalamiento", del piropo acosador, o del toqueteo (con las manos o con los ojos pervertidos de los enfermos que circulan libremente por las calles). Si estás leyendo esto es porque te moviliza lo que nos pasa. A vos no te pasa porque tenés pito, y porque tu género se cree superior. Pero a nosotras nos tiembla el cuerpo cuando salimos de laburar y es de noche, y tenemos que caminar varias cuadras para tomar el micro (y hasta en el micro miramos para todos lados, por miedo a que alguno de éstos baje con nosotros en la misma parada). Qué tristeza es tener que vivir así. Ustedes no entienden. Porque no hacen nada. No nos cuidan. No nos dan la libertad de caminar tranquilas por la calle, de noche, de día, solas o acompañadas. ¿No piensan hacer nada? Nosotras solas no podemos. La Justicia en este país parece que está para otras cosas, y para algo esencial: calentar sillitas de febrero a diciembre. Mientras tanto, morimos, temblamos, corremos, miramos para todos lados, trabajamos, vamos, venimos. Todo eso para que, al final del día -casi como una rutina- tengamos que escribir el "Mamá, ya llegué".  (*) Licenciada en Comunicación Social (UNLP), Locutora en Cool Radio 103.7 y Periodista en Diario Hoy.
TWITCH CADENA COOL