El Secretario de Convivencia y Control Ciudadano, Roberto Di Grazia, quedó nuevamente expuesto tras la reciente difusión de tres videos donde se veía a inspectores municipales ingresar a un boliche de 4 y 49 y salir con tres bolsos sospechosos.
El drama de los inspectores "coimeros" no es nuevo, pero Di Grazia ya lleva más de dos años sin generar un verdadero control sobre sus empleados. Paradoja: su área debe "controlar" el comportamiento de los vecinos de La Plata, pero puertas adentro el control pasa de largo.
Por ejemplo, el funcionario en cuestión demoró más de un año para desplazar a Paulo Guidi, quien estaba a cargo de la Dirección de Habilitaciones de Taxis, Remises y Transporte Escolar, y acumulaba un sinfín de quejas por parte de estos sectores. El sindicalista Javier Scaramutti, por ejemplo, había advertido las irregularidades del funcionario en el 2016 con importante documentación.
Finalmente Guidi fue apartado en noviembre de 2017 (recién un año después) y el área permaneció acéfala durante varias semanas hasta que asumió Guadalupe Lavernia.
En la Comuna no dudan de la honestidad de Di Grazia; el problema es que heredó inspectores corruptos y no se da cuenta.
Sin dudas, la situación más grave estuvo vinculado al caso de Emilia Uscamayta, quien falleció ahogada en una pileta durante una fiesta clandestina en diciembre de 2015. Los familiares de la joven aseguran que hubo connivencia entre los inspectores y los organizadores de ese acto fatal.
A partir de allí mejoraron los controles hacia las fiestas clandestinas. Pero lejos se estuvo de una limpieza real de los inspectores corruptos.
El ex titular de Control Urbano, Gustavo Luzardo, contó a COOL 103.7 una anécdota muy particular de cómo manejó este tema: "Cuando llegué a la gestión di directivas precisas y me junté con las cámaras empresarias para informar que nadie iba a pedir nada en nombre de un funcionario. Entonces, les solicité que si alguien pedía coima les dieran un botellazo en el ojo. Pensaron que era una broma, pero un día se reveló un inspector coimero y un bolichero le pegó en un ojo".
Luzardo reconoció que se trata de un tema sensible y que durante su gestión la mayoría de los inspectores fueron honestos.
Sin embargo, esa política de "mano dura" contra los inspectores parece haber cedido. Los inspectores coimeros desdibujan a la gestión local. Y eso complica naturalmente a Roberto Di Grazia.
