El desafío de Macri: que la "U" no se transforme en "L"

Opinión 15/07/2018 . Hora: 08:30
El desafío de Macri: que la ”U” no se transforme en ”L”

La recesión es una realidad. Lo que no se sabe es cuánto durará y cuál será su profundidad.

Abril marcó el comienzo de la fase recesiva producto de la sequía que desplomó un 30% al sector agrícola y ganadero, pero todavía mostró un buen comportamiento en la industria y el comercio. El dato de mayo seguramente marcará un rojo para la mayoría de los sectores.

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El "valle" de la crisis se daría entre los meses de julio, agosto y septiembre. Es decir, el momento más duro de la recesión. O, de manera más gráfica, la parte baja de la "U".

Pero nadie tiene certezas de cuando empezaremos a "escalar" en esa "U" hasta salir de la recesión. El miedo del gobierno es que la recesión no tenga forma de "U", sino de "L". Era el temor más extendido en el 2016 cuando también se registraron varios meses recesivos.

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Aquella recesión del 2016 comenzó en marzo y tuvo cinco meses "letales" para la actividad: de junio a octubre hubo caídas interanuales en el orden del 4%. Parecía que no era una crisis de "U" sino de una "L" al infinito. 

Sin embargo, la actividad mostró una súbita recuperación a partir de noviembre y el país se encaminó a un crecimiento del PBI del 2.9% en 2018. 

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Muchos economistas profesionales advierten que la recesión podría durar hasta febrero del 2019 cuando el campo deje atrás la sequía y renueve la cosecha. 

Por el lado de la obra pública, ya se sabe, no habrá noticias positivas. Y tampoco sería lógica una rápida recuperación de la inversión privada con las altas tasas de interés que mantiene el Banco Central: 40% es la tasa de referencia, mientras que la tasa para los giros en descubierto de las pymes llegó al 58% esta semana. Difícil panorama.

El consumo, el otro eslabón de la demanda, también evidenciará datos negativos hasta que la inflación retome un sendero inferior al 1.5% mensual.

El aumento del dólar, sin dudas, es lo que derrumbó todas las expectativas: el Banco Central disparó las tasas de interés (dañando la inversión) y se generó un inmediato traslado a precios (dañando el consumo).

La semana que viene se conocerá el dato de inflación de julio: podría llegar al 4%. Con ese dato, y con un dólar calmo durante dos semanas, ¿se animará Caputo a empezar un camino de reducción de la tasa de interés?

El temor del gobierno es que esta tranquilidad del dólar sea "un espejismo" y que bajar la tasa de interés termine "despertando" a un dólar calmo. Es decir: la contracara de calmar exageradamente al dólar es el desplome de la actividad económica. En algún momento, el gobierno deberá animarse a sacar todas las mordazas y anclas que le pusieron tanto Sturzenegger como Caputo a la divisa. La clave es el cuándo y el cómo. 

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