Si el dólar sube nos preocupamos; si el dólar baja nos preocupamos. ¿Hay algo de gataflorismo argentino o son genuinas ambas preocupaciones?
Opositores al gobierno y la propia Unión Industrial ya hablan de "dólar artificial". Entienden que este valor de 43 pesos no es "natural", y que la moneda verde está "anestesiada" para ganar las elecciones.
Inclusive el propio Prat Gay reconoció ciertas dudas con este valor de 43 pesos. Para saber si el dólar está "alto" o "bajo", los economistas observan una variable llamada "tipo de cambio real", que es el valor del dólar ajustado por la inflación interna.
Duhalde y Néstor Kirchner mantuvieron un tipo de cambio real muy alto, es decir, un peso muy devaluado respecto al dólar. Pero cuando la inflación comenzó a crecer desde el 2008, ese tipo de cambio real comenzó a descender fuertemente, tocando un piso bajísimo en diciembre de 2015 cuando, a todas luces, ese dólar de 9 pesos del cepo era insostenible.
¿Cuál es la gracia de todo esto? Los gobiernos le tienen miedo a las devaluaciones, pero una vez que ocurren tienen efectos positivos sobre algunas variables. La idea es que la devaluación no sea "comida" por la inflación. Es decir, si el dólar sube un 100% y en el lapso siguiente la inflación es del 100%, la devaluación inicial no sirvió para nada. Fue lo que le pasó a Kicillof en el 2014. Y algo parecido le está pasando ahora a Macri.
El tipo de cambio real (o dólar real) tocó un pico el 29 de septiembre de 2018. Mirado en perspectiva, no era un valor súper devaluado. Es más, era un peso más fuerte que en todo el gobierno de Néstor. Pero la gente se asustó con el salto abrupto. Y el gobierno también.
Desde octubre, por lo tanto, el dólar real se quedó planchado. Esa quietud duró hasta el 27 de abril del 2019. Desde ese día, el dólar real no solo no subió, sino que comenzó a bajar bastante fuerte. Como la inflación no se detuvo, el tipo de cambio real volvió a desplomarse, como se observa en el gráfico.
Acá también hay un truco. Alguno podría preguntarse si es bueno o malo que el tipo de cambio real sea alto. Alberto Fernández, Lavagna o la Unión Industrial dan por descontando que el tipo de cambio tiene que ser alto. Por eso se quejan del "dólar artificial" a 43. Más rara suena esa visión en alguien como Kicillof, que sostuvo el cepo, herramienta por excelencia de lo artificial.
Este valor de 43 pesos es equiparable al de julio de 2018, cuando el dólar estaba en 29 pesos. Es decir, es un dólar a mitad de camino.
HACIA EL 2020
¿Es artificial? Con una tasa de interés tan alta (aunque en baja), siempre hay algo de artificialidad en el valor del dólar. También se vuelve artificial si el Banco Central subasta 60 millones todos los días. Para que sea "no artificial", el valor del dólar se debería regir libremente por la oferta y la demanda.
Un primer paso para quitar esa "artificialidad" sería moderar las subastas del Banco Central. En el contexto actual, estas subastas son como tomar todos los días un ibuprofeno cuando ya hace un mes que no te duele más la cabeza.
Pero más allá de estas posibles correcciones a futuro, no hay indicios de que este valor del dólar sea totalmente insostenible. Es un dólar que aún genera superávit comercial, señal clara de que no hay un atraso cambiario. Tampoco hay una fuerte demanda de dólares, ya sea por turismo o atesoramiento. Si fuera un valor artificial, esos dos ítems deberían estar más intensos.
En síntesis: no es deseable que el dólar baje de 43 pesos, pero por ahora no hay evidencias de que haya otro shock devaluatorio como el del 2018.
