A través de una editorial, el ingeniero Marcelo Balcedo, reflexionó sobre la persecusión que vivieron sus medios en el gobierno de Mauricio Macri.
EDITORIAL
Dos años atrás se publicó la última edición del diario Hoy. Después de 25 años de informar de manera ininterrumpida, abruptamente el diario dejó de estar en la calle. Ese fue el momento en el que se cumplió el objetivo de callar una voz periodística independiente, una voz que no negocia, una voz que da pelea.
Buscaron silenciarnos. Fue un gobierno, una política y una ideología que temía al ver que no cedíamos ante las presiones y no renunciábamos a nuestros principios, a nuestra verdad, a lo que creemos. Eso hizo que buscaran callarnos. Y lo lograron.
No solo cerraron un diario, porque con eso no era suficiente para lograr el silencio que necesitaban. Querían más. Buscaban que la pelea no fuese justa, que no fuese de igual a igual. Y me metieron preso junto a mi mujer. Pero claro que seguimos dando batalla. Mi madre, fundadora del diario, con sus 80 años de lucidez y experiencia, tomó la posta. Seguimos luchando, hasta que también la detuvieron.
¿Qué más quedaba por hacer para que no sigamos peleando? Atacaron a los compañeros, los amigos. Los persiguieron, los espiaron, los involucraron en causas absurdas y a algunos también los detuvieron. Todas causas sin fundamento ni sustento, que hoy se caen a pedazos.
Avanzaron con su objetivo y lo lograron. El diario, cerrado. Nosotros, detenidos. Nuestros amigos, acorralados. Nuestros empleados, en la calle. Todo había terminado. Nos habían saqueado hasta lo más profundo, habían saqueado nuestro apellido, nuestro honor.
Tenía que ser definitivo. Y lo lograron. Volver era imposible.
La puerta de nuestra histórica redacción de calle 32, que siempre había estado abierta a los platenses, ahora tenía un candado. Las rotativas, tinta pegada en rodillos de impresión oxidados. Nuestros puestos de venta, que se ubicaban por toda la ciudad y fueron orgullo de nuestra pelea por la desregulación de la venta de periódicos en nuestro país, estaban irreconocibles: ni siquiera se podía adivinar de qué color habían sido alguna vez.
Estaba claro, lo habían logrado. Lo repetían con satisfacción, era imposible.
Pero había algo que no habían conseguido: ni en los días más oscuros pudieron doblegar mis convicciones. Siempre seguí creyendo en la libertad de expresión, en los valores de nuestros derechos, en nuestro derecho a hacer periodismo, en lo que junto a mi familia habíamos construido con tanto esfuerzo.
Y así, un día, nuestra redacción dejó de tener ese candado. Entonces muchos de los que nos acompañaron tantos años cruzaron esa puerta para volver a soñar con el diario. Empezamos a trabajar el 1° de mayo. En el Día del Trabajador, el diario volvió a tener su edición web.
Otra vez empezamos a mostrar lo que otros ocultaban. Volvimos a defender a los trabajadores y la clase obrera, a mostrar la realidad tal cual es, a estar junto a los vecinos contando sus problemas…
Casi sin darnos cuenta, mientras en el país se vivía la más cruda crisis económica y social producto de la terrible pandemia, comenzamos a quitar la tinta vieja de los rodillos. Las rotativas se volvieron a encender y los talleres, a llenar de amigos con los que siempre trabajamos.
Y seguimos soñando con lo que anhelamos, con nuestro aporte para construir un país mejor, para tener una justicia independiente que defienda nuestras leyes, para ser parte de la construcción de una nación justa, de una Argentina para todos.
Poco a poco comenzamos a restaurar esos puestos que están por toda la ciudad, los pintamos, y todos los reconocimos. Son nuestros puestos verdes, los del diario Hoy.
Ayer, cerca de la medianoche, casi un centenar de periodistas, paginadores, correctores, diseñadores, departamento comercial, técnicos y todos los que hacen posible la salida del diario Hoy, corrían para cerrar las últimas notas mientras las rotativas ya estaban listas para ponerse en marcha. Fueron horas de imprimir y volver a sentir el olor a tinta húmeda sobre el papel, mientras nuestros más de cien canillitas esperaban para volver a salir a la calle y estar en cada esquina de la ciudad para que ustedes puedan tener el DIARIO HOY en sus manos.
Lo logramos, hicimos lo imposible.