Laura Roitman nació el 23 de Septiembre de 1976 en la “clínica del horror”. Se trata de un establecimiento ubicado en Wilde. “Me dieron en adopción el 27 de septiembre, y es el día que figura en mi partida de nacimiento, firmada por Juana Arias de Franicevich”, informó la mujer.
Hoy trata de reconstruir su historia. “Mis padres adoptivos no podían tener hijos, y una prima de mi papá que vivía en avellaneda conocía esta clínica y fue quien actuó de intermediaria”, agregó. Esta persona falleció y Laura nunca pudo saber si conocía las irregularidades que tenían lugar en esa institución.
“A mis padres les dijeron que mi mamá biológica me entregaba voluntariamente porque era joven y no tenía los medios económicos para tenerme. Se hicieron cargo de los gastos clínicos. Pero ahora sabemos que eso era lo que les decían a todos. No tuvieron contacto alguno ni con Juana Arias ni con mi mamá biológica ni con ningún médico. Solo con esta prima”, agregó.
Los padres adoptivos nunca le ocultaron a Laura que había sido adoptada. Pero un llamado del Juzgado de La Plata destapó un “lado B” que ni ellos sabían. El llamado fue en el marco de una investigación por crímenes de lesa humanidad.
“Me comentaron que requerían mi colaboración porque habían detectado irregularidades en mi partida de nacimiento. Estaban investigando todas las partidas de nacimiento firmadas por Juana Arias de Franicevich en las épocas del proceso militar en Argentina. Inmediatamente me puse a disposición y me realicé los análisis de ADN correspondientes, en los que, al no haber coincidencias con el Banco Nacional de datos genéticos, sé que no soy hija de desaparecidos”, contó Laura.
A partir de esta situación, Laura empezó a contactarse con otras personas que también nacieron en la clínica del horror.
Y siempre con el mismo modus operandi: captación mediante engaños de chicas jóvenes embarazadas que, al estar de 8 meses de gestación aproximadamente, se les citaba para un control, les decían que el bebé estaba en riesgo de vida y que debían hacer el parto en ese momento. Luego les informaban que el bebé había muerto. Las parejas que querían “adoptar” habían sido previamente contactadas. Se les avisaba que tenían que ir inmediatamente a retirar al bebé recién nacido.
“En algunos casos, estas parejas habían tenido una o varias entrevistas previas en las que para asegurar la impunidad, Juana Elena Arias de Franicevich tomaba nota de las características físicas de la pareja para conseguir un bebé que tuviera alguna de esas características: color de piel, de ojos, estatura, etc. Además, les pedía que jamás revelaran al niño que no eran sus padres biológicos. Les aseguraba también que estos bebés habían sido abandonados por madres adolescentes que no podían hacerse cargo de ellos”, explicó Laura.
Cuando comenzó la dictadura, además de continuar con esta mecánica ya aceitada, incluyeron dentro de su atroz comercio bebés nacidos en los centros clandestinos de la policía de la provincia de Buenos Aires. Todo muy oscuro.
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