Leandro tiene 35 años, ahora vive en La Plata y desde hace 13 años baila tango.
Su amor por la danza nació desde muy chico. Pero no estuvo exento de algunos cortocircuitos. Fundamentalmente con su papá. Directamente le prohibió que bailara tango.
“Es una persona muy religiosa”, dice a LAPLATA1.com Leandro. Y luego desarrolla: “El tango siempre estuvo asociado en sus inicios al burdel. Tiene una carga sexual que no ven bien muchas personas. Igual ese origen está en discusión. Creo que hay un problema de información”.
Él nació en un pequeño pueblo de Chubut y a los 19 llegó a la Ciudad de Buenos Aires. Luego aterrizó en La Plata para estudiar en Bellas Artes. Desde hace 13 años baila tango en nuestra ciudad y también da clases con una compañera que es 10 años menor que él.
Es un todoterreno. En CABA bailó también rock y bachata, y en nuestras tierras se especializó en tango y salsa. “Me gusta la danza en general”, dice.
“Hay mucha más gente joven que practica tango de la que te imaginás. Hace 6 años que doy clases. Han venido chicos de 17 y 18 años. El rango habitual es de 25 a 30 años. Mis clases tratan de que la gente incorpore conocimiento y me preocupo de que aprendan a bailar. Hay mucha gente que viene a compartir en grupo y no tanto por el aprendizaje, entonces hay varios que no se sienten cómodos con esta idea del aprendizaje más firme y dejan”, describe.
A pesar de que es un capo bailando tango, Leandro revela que no lo escucha demasiado en su casa. Y avisa que le gusta “la música en general”. Busca no discriminar: “No tengo drama con el Trap y el Reggaetón, pero no las elijo para escuchar en mi casa. Hay gente que escucha rock y después es muy cerrada. Te dicen que el resto es una cagada, pero no creo que sea así. Escucho bastante música nueva, contemporánea, pero no lo más masivo”.
Leandro ama el tango, pero explica que casi nadie puede vivir de dar clases. Tiene una triple vida: da clases de tango y tiene otras dos actividades: es cocinero y también coloca abertura de aluminio. Un hombre muy flexible.
