“La señorita por qué” es de La Plata, la rompió en la Licentura de Astronomía y ahora trabaja en el Instituto Tecnológico de Rochester de Nueva York.
Se llama Sofía Valentina Sosa Fiscella y dialogó con LAPLATA1.com. El promedio con el que terminó la carrera “asusta”: 9.90. Fue el promedio más alto de este 2021.
“Desde pequeña siempre me llamaban ‘La señorita por qué’. ‘¿Por qué el Cielo es azul?’, ‘¿Por qué brilla el Sol?’, entre otras tantas preguntas con las que solía atormentar a mis padres. Creo que no es ninguna sorpresa que, cuando llegó el momento de escoger una carrera universitaria, me terminé inclinando por una ciencia”, cuenta.
Y agrega: “En particular, siempre estuve interesada por la física, pero fue en la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas donde encontré a mis amigos, mi hogar, y mi familia. Siento que durante mi pasaje por la facultad aprendí mucho más que solamente ecuaciones y números. Aprendí también sobre amistades, activismo, feminismo, descubrí la pasión por la enseñanza, y crecí no solamente como científica sino también como persona”.
Más allá de este camino impactante por la facultad, Sofía reconoce que tuvo altibajos: “Más de una vez tuve que enfrentarme con el detrimento que significa ver a otra gente recibirte antes, o que lleguen más lejos, o que pareciese que todo el mundo tiene todo resuelto excepto por ti”.
Pero “gracias a mis amigas aprendí que eso no es otra que el síndrome del impostor. Nadie sabe todo antes de ir a la facultad; de ser así, ¡no habría necesidad de ir en primer lugar! No vale la pena compararse con el resto, porque el transcurso de cada persona por la facultad es único e irrepetible”.
Ese sería el principal consejo que brindaría Sofía a los chicos que evalúan ingresar a la carrera: “Se llama ‘carrera universitaria’ pero no es una carrera de velocidad, sino de resistencia; no llega a la meta quien corre más rápido, sino quien se levanta más veces luego de haberse caído. Y así, después de sacudirme el polvo más veces de lo que puedo recordar, terminé llegando a donde estoy ahora, trabajando en el Instituto Tecnológico de Rochester, pero con el corazón siempre en la UNLP, en el observatorio, y en todas las amistades que hice allí”.
¿Y cómo fue llegó a Nueva York? “La manera en que llegué al Rochester Institute of Technology es a través de mis directores de tesis, Luciano Combi y Santiago del Palacio. Ellos hicieron un trabajo excelente como directores, me alentaron en todo momento, y me incentivaron a probar suerte presentándome a universidades en el exterior, incluso cuando yo misma no creía ser seleccionada”, explica.
“Afortunadamente dentro de mi grupo de investigación, el grupo PuMA, tenemos gente trabajando aquí, en Rochester, así que fue casi natural continuar mis estudios de posgrado aquí”, cuenta Sofía.
Y completa hablando de la adaptación: “Admito que he tenido mis altibajos y que de a momentos he estado tentada en volver. Pero si sigo aquí eso se lo debo principalmente a todas mis increíbles amigas que he hecho desde que llegué, quienes me acogieron como parte de su familia y me dieron un nuevo hogar aquí en Rochester. Sinceramente no sé qué hubiera hecho sin ellas”.
