"El fantasma es una mamá...": pasó 6 meses en el Hospital de Niños de La Plata y su poema emocionó a todos en las redes

Sociedad 09/05/2022 . Hora: 10:49
”El fantasma es una mamá...”: pasó 6 meses en el Hospital de Niños de La Plata y su poema emocionó a todos en las redes
Francisco Angulo
Por Francisco Angulo
Periodista.

Karina Madariaga es de San Nicolás y lleva varios meses viviendo en la Casa Ludovica del Hospital de Niños de La Plata.

Su hijo, Juan, es quien lleva a cabo un extenso tratamiento. En las próximas horas, ambos podrían volver a su ciudad natal. Pero tampoco quieren apresurarse: deben aguardar los resultados de los últimos controles.

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Pero si todo sale bien, serían sus últimos días en La Plata. Por tal motivo, Karina decidió escribir un poema que tuvo una gran repercusión en las redes sociales. El poema se llama “Aquí vivieron”.

“Me motivó el agradecimiento, el amparo, la ternura, la seguridad que hemos tenido en este medio año”, dijo esta mamá en diálogo con LAPLATA1.com.

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No es la primera vez que escribe sobre su estadía en el Hospital de Niños de La Plata. Lo ha hecho en varias ocasiones. Fue su forma de exteriorizar las vivencias de un destierro forzado.

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Cabe resaltar que la Casa Ludovica es un hogar con 30 habitaciones que alojan a mamás y niños que se encuentran haciendo su tratamiento en el Hospital de Niños y que no pueden afrontar un alquiler.

El poema completo

Yo conozco este estado....

Una llega hecha un fantasma,

después de noches y noches de dormir en el suelo.

Trae los párpados vencidos

y los huesos crujientes

y arrastra una bolsa o la mejor de las veces un bolsito o valija...

Y trae como bandera un SAMO

o una planilla de Servicios Sociales

y esa venia y el registro cumplen los requisitos y entrás en la Casa.

Pero tres segundos antes de mostrar los papeles

ya te reciben el calorcito de una sonrisa y la confianza porque saben, todos saben, que sos Mamá y eso es sagrado.

Sos Mami y estás empujando, acompañando, dando a luz reiteradas veces... El fantasma es una mamá que necesita descansar.

¡El sueño de una cama...!

El milagro de un tecito...

La magia de una ducha caliente...

¡Sábanas limpias!

¿No será mucho pedir...?

La Casa sabe que este ejército de mujeres destempladas,

esta legión de mujeres en batón, chancletas, bufanda, estampas y lunares, rayas y nylon.... son mamás.

Salimos a destiempo,

con lo puesto y a los rajes.

Salimos disparadas

de nuestras propias casas,

de nuestras ciudades natales... muchas dejaron sus provincias y vieron pasar montañas, lagunas, ríos, ferrocarriles, pueblos, trenes, autopistas....

Y estamos todas en la Casa.

Yo conozco este estado.

No pueden contármelo.

Somos las que sabemos que es acá y así.

Nuestros hijos yacen sanando a media cuadra.

Cualquier timbre conmociona y te crispa desde los talones a la nuca.

El llanto se agolpa y todos saben que saliste corriendo de nuevo, al Hospital.

La Casa es una Casa de papel donde te llaman "¿San Nicolás? y te das vuelta a ver quién te llama. "Ah Villa Gessel, te vi esta mañana, te traje la comida que quedó". Y Villa Gessel sonríe porque ese día todavía no hizo los papeles en el comedor y no tiene su ingesta.

Y así Mercedes, Ramallo, Ciervo Petiso, Carro quemado, Junín, Santiago del Estero, Bahía Blanca... Mar del Plata y toda la geografía nacional que confluye en la Casa.

Un mapa cambiante de madres que no cesa.

Cuando estamos solas

compartiros el tercer piso.

Esa cocinita sabe que llorás, reís, peleás, te amigàs y te separàs. Todas a flor de piel,

rezando por los hijos,

la medicaciòn que no llega,

la obra social que no se pone las pilas,

la obra social que no tenés...

la leche que te tomaron, la heladera que quedó abierta

y la naranja que te tiraron a la basura sin saber....

Cuando estás sola no estás sola.

Te toca cualquier mamá

como compañera de cuarto.

Y eso cambia.

Cambia todo el tiempo,

Hablás mucho o no hablás nada.

Cada una llora por su lado

o las dos lloramos juntas.

No decimos nada

o nos decimos todo

de una camita a la otra,

sin conocernos las caras,

en lo oscuro.

Amigas sin rostro.

Amigas en carne viva.

Y un día tenés un alta ambulatoria con tu hijo

y ves a las madres detrás de los hijos

y ves a los hijos detrás de las madres

Sondas. Bolsas. Parches. Vendas.

Sillas de rueda.

Barbijos de antes de la pandemia.

Bastones canadienses.

Rarísimos dispositivos desconocidos.

Cosas que se enchufan y hacen ruido.

Hermosos aparatos remedios procesos que los traen de vuelta a ambular y estar juntos en una Casa. Aunque no sea la tuya.

Pero todas sabemos que es acá y así.

Y la Casa tiene a los chicos con sus madres.

Y el jardín es otra cosa.

Y los juguetes tienen sentido.

Y pasás al Comedor de la planta baja

y ellos se hacen amigos

o no se hablan

o son amigos de toda la vida,

porque hace veinte minutos compartieron un juego y hablaron de sus medicinas.

Y llorás un poquito, y por qué llorás si está bien.

No hay mensajes que alcancen en el celular,

y una quiere todos los mensajes.

Seis meses de mensajes.

Una red que sostiene desde la pantalla en lo oscuro,

Una Casa que cobija a media cuadra del Hospital.

Casa. Casita. Casa.

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