Era noviembre de 1980 y un hecho conmovió a La Plata: cuatro navegantes de Villa Ponsati pasaron 46 horas desaparecidos. Tuvo un final feliz pero en el interín hubo mucho sufrimiento de las familias.
¿Quiénes son los platenses que estuvieron desaparecidos? Los hermanos Rubén Eduardo y Miguel Ángel Díaz, y otros dos amigos: Héctor Julio Méndez y Ricardo Fillol.
El objetivo de los cuatro platenses era pasar un día de pesca. Se subieron a un bote de plástico pero nada salió como lo pensaban. Creyeron que sería un día tranquilo, pero un fuerte viento del sudeste alteró los planes. No pudieron nunca regresar a la orilla.
Uno de los hermanos se había quedado en la orilla. No se subió al bote. Fue quien pudo dar aviso a la Policía. A partir de allí se montó un operativo con tres helicópteros.
Los sujetos, luego, relataron que al advertir la fuerza del viento decidieron regresar a la costa remando. Pero el viento les impedía volver y el bote considerado de gran tamaño ofrecía gran resistencia. Decidieron arrojar el ancla para no alejarse de la costa, pero el fondo arenoso impedía frenar con la inercia. No anclaba. Y el viento no aflojaba. No les quedó otra: se resignaron. A esperar en medio del Río de la Plata.
Así pasaron la noche, acurrucados en el fondo del bote, sin nada para comer, pero en ningún momento pensaron en abandonarlo. También señalaron que nunca perdieron el buen ánimo. No se desesperaron a pesar de que las horas pasaban y seguían a la deriva.
A las 46 horas de esta odisea llegaría una gran noticia para ellos: divisaron una costa. No tenían ni la más remota idea de dónde estaban. Se trataba de un lugar llamado Riachuelo, ubicado en la costa uruguaya.
Allí fueron tratados muy bien. Inclusive pasearon por el pueblo mientras esperaban la lancha que los iba a devolver a La Plata. Regresaron a Villa Ponsati como héroes con caravana, bocinazos y llantos de felicidad. Lo que era una simple jornada de pesca se tornó en una película de suspenso y supervivencia con final feliz.