Dayana nació en Venezuela, tiene 27 años y vino a La Plata por la delicada situación económica en su país. Una historia que mezcla tristeza pero también esperanza.
Esta joven tiene ganas de volver a su país. Es una decisión tomada. Así lo cuenta en diálogo con LAPLATA1.com.
“Llegué a La Plata influenciada por mi hermano. Allá ejercí como periodista un año, en una radio. Luego trabajé como gerente de compras en una juguetería. Distribuía a 27 tiendas, pero la fuerza para emigrar fue la cuestión económica, que es el común denominador de la mayoría”, recuerda.
Y ejemplifica: “Mi sueldo era equivalente, en pesos de Argentina, a 20 mil pesos actuales. Mis jefes me reconocían algo por fuera, pero no mucho”.
“No pierdas más el tiempo allá, ven aquí”, le había dicho su hermano. Él la convenció. Ya llevaba un año en La Plata.
Dayana no estaba del todo convencida. Quería quedarse con su familia, pero las complicaciones económicas fueron más fuertes.
“Yo veía que mi sueldo no me iba a permitir independizarme”, cuenta. Por eso se vino. Pero no sola: con su pareja y sus padres. Su pareja consiguió rápidamente trabajo en un local de Sushi, mientras que Dayana y su mamá se pusieron a vender comida china.
Con la llegada de la pandemia, todo se complicó: ya no podían ir al barrio chino de Capital Federal para traer los insumos y mercadería.
Sus padres volvieron a Venezuela. Le cuenta que la situación económica allí, de a poco, se va normalizando.
“Estoy muy agradecida con los argentinos porque nos han tratado muy bien, nos abrieron sus puertas. Son personas muy calidad y amables”, dice Dayana.
“La Plata me encanta. Tuve la oportunidad de ir a Capital Federal pero elegí La Plata. Capital tiene mucha gente, demasiado tráfico y es más costoso. Me encanta la distribución y la gente de La Plata. Me fascina. Y a todos los que emigran para Argentina les recomiendo que vengan aquí. Acá hay paz, tranquilidad, belleza. Muchos, por suerte, tomaron mi consejo”, señala.
Pero las raíces no se pueden reemplazar: “La Plata me encanta pero sigue sin ser algo propio. Allá está mi familia, mi país. Estoy esperando el momento para volver. Mis padres están allá. La situación un poco ha mejorado, pero también es cierto que tenemos miedo de encontrarnos con otra realidad”.
