Hay misterios difíciles de resolver. Massa parece recibir una aceptación interna bastante clara a pesar de que sus lineamientos no distan mucho de lo que venía pregonando Guzmán (y Batakis). Es más: profundiza el rumbo que Guzmán quería encarar y por diferentes motivos no podía. El caso de las tarifas es el más evidente.
Para decirlo más llanamente: el discurso de Massa es más “liberal” u “ortodoxo” que el de Guzmán. Las idas y vueltas con Gabriel Rubinstein, nominado por Massa para ser su viceministro de Economía, no son menores. Siendo que Massa no es economista, el lugar de vice (técnicamente el cargo es Secretario de Política Económica) toma una dimensión muy relevante. Se supone que Massa descansará conceptual y técnicamente en su segundo en varios items. El perfil de ese “vice” define la orientación macroeconómica.
El hecho de que Massa haya pensado originalmente en Rubinstein evidencia cuál es el perfil que tiene en la cabeza el tigrense para el futuro de la economía: orden fiscal, política monetaria no expansiva y una mirada más puesta en la inversión y en las exportaciones.
Hay algunas ideas que parecen imponerse en el Gobierno. O por lo menos en sus “cabezas económicas”. En el orden fiscal coincidieron todos: Guzmán, Batakis y Massa. Pero no son las únicas coincidencias. También acuerdan en que la cotización del dólar oficial debe seguir el mismo ritmo de la inflación (un “no” al atraso cambiario o “dólar congelado”), en que la tasa de interés debe estar por encima de la inflación, en que el precio de las tarifas deben tener correlato con sus costos, en que la emisión monetaria excesiva provoca inflación y desvalorización de la moneda.
Estas “coincidencias” fueron “malas palabras” durante mucho tiempo. Es una novedad. El periodo 2007-2015 estuvo signado por un crecimiento del déficit fiscal, una tasa de interés real negativa, atraso cambiario y expansión de la emisión monetaria. Exactamente lo contrario de lo que se busca hacer ahora. Por eso no era sorpresivo que existieran resistencias al rumbo de Guzmán.
De todo lo anunciado por Massa, quizás lo más virtuoso haya sido el nuevo esquema tarifario. Al esquema inicial de la segmentación por ingresos, Massa le agregó una segmentación adicional por consumo. El diseño parece muy apropiado y poco distorsivo: los más vulnerables seguirán recibiendo la tarifa social (completa, sin topes de consumo) y la clase media tendrá incentivos al ahorro de luz y gas en una época donde la energía es carísima y escasa a nivel mundial.
Massa sabe que los primeros meses serán para atajar penales. No habrá milagros. El mercado (bancos, consultoras y centros de estudios) esperan una inflación del 90% para el 2022. Pero quizás el punto más urgente sea el de las reservas: en los últimos días el Banco Central pierde 100 millones de dólares por día por la demanda energética. El flamante Ministro de Economía dijo tener acordado un ingreso de 5.000 millones de dólares durante los próximos 60 días.
Es un punto crucial: si no se detiene esta sangría de dólares, una nueva corrida puede estar a la vuelta de la esquina.
