"Mentirme a mí es como mentirle al médico": llegó de Córdoba a La Plata y es el "ángel guardián" cuando las papas queman

Sociedad 26/10/2022 . Hora: 12:46
”Mentirme a mí es como mentirle al médico”: llegó de Córdoba a La Plata y es el ”ángel guardián” cuando las papas queman
Francisco Angulo
Por Francisco Angulo
Periodista.

Lautaro es de Córdoba y su esposa Adriana de Misiones, pero se conocieron y formaron familia en La Plata. Aquí tuvieron a Gabriel. Nació en un momento muy especial: dos semanas antes de que se declare la cuarentena en todo el país.

“Nos conocimos acá en La Plata. Ella es profesora de inglés, tiene algunos alumnos particulares, y da Reiki. Entre los dos la peleamos día a día, pasamos por muchas cosas y creemos que todo llega en el momento en que tiene que llegar. Sólo hay que estar preparado para cuando llegué dicho momento” dice Lautaro, de 37 años, a LAPLATA1.com. Su tonada cordobesa lo delata.

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Ahora trabaja de forma independiente y cuenta los detalles de un oficio muy particular: cerrajero. Es el “ángel guardián” cuando los problemas aparecen. Pueden ser a cualquier hora.

Es un oficio muy lindo. Te permite el contacto con la gente y conocer muchas personas”, señala.

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Cuenta dos anécdotas increíbles. En una ocasión fue a destrabar la puerta del baño en la casa de una familia y estaban todos jugando a un juego de mesa de preguntas y respuestas. Mientras él arreglaba el problema lanzó la respuesta correcta. “Se me dio por contestar”, recuerda Lautaro. Fue casi instintivo. La familia lo invitó a jugar pero él terminó desistiendo para poder terminar el trabajo a horario. Pero no pudo mantenerse ajeno al juego y siguió respondiendo otras preguntas que la familia no podía desentrañar.

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“Fue un momento muy lindo y gracioso. Se generan conexiones con las familias. La persona que está haciendo el trabajo no es una máquina o un robot”, reflexiona.

“Yo estoy esperando a que llegue ese llamado para solucionar el problema del cliente”, subraya el cordobés.

Otra anécdota: lo llamaron desde la escuela Jaracandá porque la puerta de entrada no abría. Cuando llegó, notó un panorama muy extraño: solo estaba la mitad de la llave. ¿Y la otra parte? Una persona que trabajaba en el lugar se hacía la distraída. Sin ese pedazo, Lautaro no podía hacer girar la llave.

“El tipo no me quería decir nada, como que había sido todo por magia. ‘No puede ser que se haya hecho así solo’, le sugería yo”, recuerda ahora entre risas el cerrajero.

En un determinado momento este hombre salió de la escena y regresó mágicamente con el pedazo de la llave que faltaba. “Mirá lo que encontré”, le dijo al cordobés. Lautaro ya se imaginaba lo que había pasado: el hombre hizo palanca en su afán de solucionar el problema y directamente rompió la llave. Luego ocultó la prueba del “delito”.

Uno por ahí no se anima a decir lo que verdaderamente pasó por miedo a que te reten. Es como mentirle al médico. Si le mentís al médico, no va a poder curarte de tu problema o enfermedad. Pero esa situación en la escuela fue muy graciosa”, señala.

“Esto lo hago con mucho corazón, ganas, esfuerzo. Me encanta lo que hago”, agrega Lautaro, que siempre trata de estar al día de todos los cambios e innovaciones.

Cuando llegó la pandemia, se replanteó todo: había llegado su pequeño hijo al mundo y la cuestión laboral estaba dura. Con mucho esfuerzo y sacrificio pudo salir adelante. Hizo un curso de soldadura e ingresó a trabajar a una prestigiosa cerrajería. Allí terminó de entender el oficio. Ahora lo ejerce de forma independiente. Un luchador.

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