"Una chica me manda y le mando, me manda y le mando": salva a los alumnos de La Plata pero duda de lo "ético" de su trabajo

Sociedad 25/11/2022 . Hora: 13:25
”Una chica me manda y le mando, me manda y le mando”: salva a los alumnos de La Plata pero duda de lo ”ético” de su trabajo
Francisco Angulo
Por Francisco Angulo
Periodista.

Santiago tiene 23 años, está por terminar la carrera de Psicología y se convierte en un salvavidas para muchos estudiantes de La Plata.

Él es de Quilmes y estudia en la UBA. Hace resúmenes, transcripciones, mapas conceptuales, desgrabaciones. Y hasta le han pedido que haga parciales. “No sé si es muy ético”, se ríe en diálogo con LAPLATA1.com con complicidad.

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“En el 2019 conseguí mi primer trabajo como acompañante terapéutico, pero empezó la pandemia y dejé de trabajar”, recuerda.

Allí le había agarrado el gustito a tener su propio dinero. Recién hacia agosto del 2020 pudo volver a trabajar. 

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“Estaba difícil conseguir algo. Vi por redes a una persona que hacía transcripciones. ‘Qué buena onda’, pensé. Yo tenía experiencia en eso porque en la Facultad lo hacía. Siempre me gustó. Al principio pensé que no podía ser viable. Yo ni loco pagaría por eso. Pero de a poco me fueron escribiendo”, explica.

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El boca en boca y las recomendaciones fueron claves. Nadie se quejó por un trabajo de Santiago. No falla.

“Tengo algunos clientes muy presentes. Hay una chica que me manda, le mando y me manda, le mando y me manda. Para mí tiene amigas que a ella le encargan ésto”, especula el joven.

No sé si éticamente está bien pero me piden trabajos de Secundarios, incluso de la Facultad que haga parciales o TPs. Es loquísimo. Nunca cobré caro y por ahí no es muy redituable en lo económico”, reflexiona.

Hoy volvió a trabajar como Acompañante Terapéutico. Las desgrabaciones pasaron a un segundo plano: “Siempre fui bueno para redactar, me encanta escribir”.

También cuenta que algunos se “aprovechaban”. “Me mandaban a las 20 horas el material y me decían que lo necesitaban a las 00”, recuerda. “Aprendí a poner límites”, apunta.

Otros directamente le mandaban clases presenciales para que desgrabe. Pequeño detalle: muchas de ellas tomadas con sonido de ambiente, muy difíciles de seguir.

“Como hago de cualquier facultad, a veces hay casos que me llevan más tiempo. Por ejemplo con Medicina. Hay tecnicismos, nombres y apellidos que tenés que ir a chequear. Ya no lo estoy disfrutando como antes; se pone más pesado. De a poquito como le voy tomando un poco de odio”, dice entre risas, pero luego recula. Menos mal: ¿Qué harían los que dependen de Santiago para avanzar en la Universidad?

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