Soledad Astudillo es de La Plata, tiene 43 años y es una perforadora profesional.
Pero tiene una “doble vida”. O, en realidad, “triple vida”: es cajera desde muy chica en un banco y por si fuera poco también es enfermera.
“El saber no ocupa lugar”, le dice a LAPLATA1.com. Estudió iniciación al tatuaje con Fada Venus Tatto, que fue la primera mujer tatuadora de Buenos Aires: “Tengo mucho que agradecerle y formamos una gran amistad”.
Desde hace 10 años se dedica a este mundillo muy particular. Todos los fines de semana le dedica unas cuantas horas al manejo de sus tijeras y agujas. Durante la pandemia se puso a estudiar la historia del Body Piercing y quedó fascinada: ahora la enseña.
Todo es importante en su oficio: nombre de cada perforación según su lugar, materiales, calidad de los piercing, colocación de microdermales, medidas de bioseguridad. Nada se deja librado al azar.
“Mi técnica para perforar es free hand, es decir, perforo solo con aguja americana sin pinzas”, explica.
“Soy cajera y ese es mi trabajo de base, pero siempre me gustó dibujar, lo artístico. De ahí surgió mi interés por el tatuaje. En ese momento no había nada. No había escuelas para aprender”, subraya.
¿Algún lugar donde los piercing estén prohibidos? “Realizo piercing en partes íntimas aunque no son lo más pedido. Solo realice dos: una era un chica prostituta y me dijo que los clientes se lo pedían y el otro era un señor swinger”, comenta.
“Por suerte mis experiencias perforando siempre fueron buenas buenas, alguna vez con más sangrado que otras, porque en la cara existen unas venitas llamadas capilares que a veces se tocan pinchando y provoca un sangrado mayor al normal”, cuenta Soledad.
Lo importante es no perder la calma: “Cuando el cliente te ve seguro de lo que hacés, se mantiene tranquilo”.
Y completa: “Me han pasado situaciones de desmayo y descompensaciones pero como además soy enfermera sé bien como llevarlo”, cuenta entre risas. Una capa.
