Eduardo tiene 48 años y es el verdadero rey de la madera en La Plata. Cumplió recientemente un sueño: tener su propio espacio sobre una avenida.
Nació en la Ciudad de Buenos Aires, pero no se siente porteño. En La Plata vive hace poco. En realidad dice que él se siente argentino. Nunca tuvo un lugar fijo. “Iba a donde me dejaba la moto”, resume a LAPLATA1.com.
Sus casitas de madera enamoran a propios y extraños. “Siempre estuve de acá para allá. Anduve por Berazategui, Ezeiza, nunca en un lugar fijo. Pero ahora sí encontré un lugar. Es algo por lo que venía peleando desde hace bastante tiempo”, dice con orgullo. En Berazategui, rememora, tuvo problemas con Mussi, y finalmente se marchó. Sus hijos querían que fuera para Plátanos, pero ya no abandona La Plata.
En ese sentido, reconoce que fue clave el acompañamiento que tuvo de su ex mujer, Rosana. “Trabajamos a la par”, recuerda. “Se me pianta un lagrimón”, agrega inmediatamente. Con ella habían emprendido este sueño de las casas de madera.
En realidad, Eduardo se dividía en dos: amaba la madera pero también el hierro. De hecho laburaba en muchas fábricas. De allí su espíritu nómade. Iba y venía todo el tiempo, inclusive con el costo de perder clientes.
“Cuando me llamaban largaba todo. Perdía clientes pero no me importa porque yo amaba trabajar en las fábricas”, cuenta. Hoy, por el momento, tiene abandonado el rubro metalúrgico.
Eduardo dice que todo es muy sacrificado. Le han robado herramientas y máquinas, y se metió en deudas no menores. Pero al ver la alegría de sus clientes todo se borra por algunos minutos.
Para armar las casitas en los jardines de sus clientes no tarda demasiado. Va de 15 minutos a una hora. Explica que, básicamente, hay dos alternativas: el modelo alpino y el americano. Con todas sus subvariantes, él trabaja con 15 modelos. A una casa, incluso, la bautizó Tambó Tambó ya que fue solicitada por el líder de la banda de cumbia.
“Los que quedan más contentos son los padres. Más que los chicos. Es el sueño de ellos cuando eran chicos y ahora lo logran concretar”, revela.
¿Y casitas del árbol? “He hecho un par hace mucho tiempo. Pero tiene muchos problemas y no lo hago más. Un tema es que se lastima el árbol, y si no es un árbol rústico y fuerte, cuando hay un viento fuerte, ¿sabes a dónde va a parar todo? Una cosa son los dibujitos animados, y otra es la realidad”.
