Patricia Bullrich promete cirugía mayor si es Presidenta. Un shock muy fuerte en lo fiscal. Ir inmediatamente al equilibrio. Significaría un profundo recorte del gasto público.
Hay muchas incógnitas. En un escenario de tanta incertidumbre y volatilidad, es muy difícil saber cómo terminará el déficit fiscal al término del 2023. Se supone que, con el FMI controlando, dicho número no podría ser demasiado alto. Pero en un contexto eleccionario y de una pobreza del 39%, parece complejo que haya margen para recortes sustanciales.
Mirando hacia el 2024, existe un intenso debate en Juntos por el Cambio. Las diferencias empiezan a hacerse públicas. Martín Lousteau se opone a la idea de cirugía mayor. "Hay muchos cirujanos pero no hay pacientes que quieran", resume. Encima, Bullrich promete una baja de impuestos. Con lo cual, el esfuerzo de reducción del gasto público debe ser más profundo.
En las últimas horas, dos ex funcionarios importantes mantuvieron una interesante conversación sobre lo que se puede hacer en el 2024. Se trata de Lucas Llach (número 2 de Sturzenegger en el Banco Central) y Sebastián Galiani (número 2 de Nicolás Dujovne). Llach trabaja en los equipos técnicos actuales de Juntos por el Cambio. Galiani está más alejado pero no deja de ser una voz de consulta.
Allí coincidieron en que hay que ir hacia el equilibrio fiscal pero entienden que el motor del crecimiento económico no tiene que venir de la baja de impuestos sino por el lado de las "reformas estructurales". El razonamiento es sencillo: pretender crecer vía baja de impuestos generará una enorme presión para bajar el gasto público (para que la cuenta fiscal cierre). Esa baja del gasto público tan drástica será poco creíble y por lo tanto los agentes económicos podrán inferir que la baja de impuestos puede ser revertida en cualquier momento por la mencionada presión social. De esa forma, no invertirían.
Por lo tanto, el plan B para crecer tendría que ir por el lado cualitativo: reformas laborales, administrativas, comerciales y cambiarias. Eliminar la actual brecha cambiaria es una posible salida. Creen que la actual brecha del 100% es una traba al crecimiento. Ojo: saben que salir del cepo tiene un costo. A corto plazo, la inflación aumentaría. Cambios comerciales y laborales para dar mayor flexibilidad y apertura también tienen límites. Fundamentalmente límites políticos, sindicales e industriales. Pasado en limpio: ven un horizonte muy complejo para recrear expectaticas de crecimiento económico sustentables sin costos serios en el corto plazo.
En el Frente de Todos todavía no hay muchas definiciones sobre lo que se espera para el 2024. Quizás con el comienzo de la campaña nacional se despeje un poco más el panorama. Alberto Fernández se aferra a los números de crecimiento económico del 2021 y 2022, pero con la sequía, la inflación y la escasez de dólares el panorama puede ser menos favorable cuando cierre el 2023.
Desde La Cámpora, por caso, ponen el foco centralmente en el FMI. Entienden que desde allí orbitan los problemas de la economía actual. La propia Cristina Kirchner, en sus últimas apariciones públicas, analizó circunstancias históricas y presentes de la economía local pero no ahondó en recetas o políticas a aplicar para revertir el panorama.
En eso pareciera no haber grieta: toda la clase política entiende que el camino a la economía 2024 estará cargado de sorpresas y es casi imposible saber cómo se saldrá del laberinto inflacionario.
