El contacto con la naturaleza es esencial para el bienestar de los seres humanos, ya que, una caminata por un bosque, respirar aire más limpio o apreciar hermosos paisajes producen tranquilidad y placidez. El impacto de crear espacios naturales y ponerles nuestro sello es una actividad cada vez más popular, tanto en el campo como en la ciudad, debido a que practicar la jardinería ayuda a despejar la mente y reflexionar.
Esto dio lugar a la terapia hortícola, la cual fue creciendo en popularidad y, en la actualidad, es practicada en todo el mundo por personas de diversas edades. De acuerdo con la Asociación de Terapia Hortícola Canadiense (CHTA), “la terapia hortícola utiliza plantas y el mundo natural para mejorar el bienestar social, espiritual, físico y emocional de las personas que participan en él”.
Esta actividad al aire libre no solo brinda la posibilidad de sembrar plantas, tener flores de colores y olores agradables y de cosechar frutas y verduras frescas, sino que también ofrece muchos beneficios para la salud, tanto física como mental. Regar las plantas todos los días y ensuciarse un poco las manos con tierra, por ejemplo, relaja y permite que nos olvidemos de los problemas que a diario nos agobian.
LOS BENEFICIOS DE LA JARDINERIA
La jardinería puede ayudar a las personas que tienen problemas de salud mental a lidiar con sus condiciones. Según un estudio publicado en 2013 en la revista Mental Health Review Journal, esta actividad sería capaz de reducir los síntomas de ansiedad y depresión. Algunos de los beneficios de practicarla son:
1) Promueve el bienestar: Es difícil no disfrutar de la vida cuando estamos rodeados de flores, hortalizas y toda la fauna que atraen. Además, ahora la ciencia lo respalda, ya que especialistas de la Universidad de Loyola Maymount, en California, llevaron a cabo un estudio e investigaron un programa municipal de jardinería en Australia, en el que los participantes describieron su bienestar experiencial y social. Además, también experimentaron conexiones fortalecidas con la naturaleza, el lugar y la comunidad.
2) Disminuye el riesgo de osteoporosis: La jardinería, junto con toda la actividad física que esta requiere, conduce a la pérdida de peso y mejora la salud física en general, ayudando a fortalecer los huesos también. Investigadores de la Universidad de Arkansas en los Estados Unidos realizaron un estudio entre 3.310 mujeres mayores y encontraron que aquellas que participaban de la jardinería, tuvieron tasas más bajas de osteoporosis que aquellas que eran o fueron atletas, nadadoras y practicantes de ejercicios aeróbicos.
3) Disminuye el riesgo de padecer diabetes: Uno de los componentes principales para manejar la diabetes correctamente es realizar suficiente ejercicio físico. Un estudio de la Universidad Estatal de Kansas dedujo que aquellos jardineros que eran activos realizaban 150 minutos de ejercicio por semana (más de la cantidad recomendada). Si utilizamos el jardín para plantar nuestra propia comida, tendremos además del ejercicio, otra herramienta de control de la diabetes a nuestra disposición, ya que podremos contar con productos frescos y orgánicos. La investigación menciona también que las tasas de diabetes son más bajas en las zonas con jardines comunitarios.
4) Alivia la tensión y el estrés: Un estudio llevado a cabo por investigadores de los Países Bajos en 2010 concluyó que la jardinería puede combatir el estrés, incluso, mejor que otras actividades de ocio relajantes. Durante la investigación, dos grupos de personas realizaron una tarea estresante, después, a un grupo se le indicó que practicara la lectura en un espacio interior y al otro, que practicara la jardinería en un espacio exterior durante 30 minutos. El resultado reportó que el segundo grupo tenía mejor humor y niveles más bajos de la hormona del estrés que el que leía. La vista, los olores, y sonidos de un jardín promueven la relajación y colaboran a reducir el estrés.
5) Ayuda a combatir la depresión: La atención sin esfuerzo de la jardinería puede incluso ayudar a mejorar los síntomas de depresión. En un estudio realizado en Noruega, las personas que habían sido diagnosticadas con depresión, bajo estado de ánimo persistente o “trastorno bipolar II” pasaron seis horas a la semana cultivando flores y hortalizas. Después de tres meses, la mitad de los participantes había experimentado una mejora considerable en sus síntomas de depresión. Además de esto, su estado de ánimo siguió siendo mejor tres meses después de que el programa de jardinería terminase.