Un arquitecto platense fue a prisión por error, salió adelante y ahora escribe su propia obra: "Encerrado encontré libertad"

Luego de pasar dos años en la cárcel siendo inocente, encara actualmente varios proyectos: “Allí salió le mejor de mí”
Sociedad 02/09/2023 . Hora: 16:38
Un arquitecto platense fue a prisión por error, salió adelante y ahora escribe su propia obra: ”Encerrado encontré libertad”

El caso judicial de las coimas en el Procrear por rezonificaciones en La Plata fue uno de los que más relevancia tomó en la última década en la Región Capital, con Mariano Bruera, el hermano del exintendente, como principal acusado. Sin embargo, hubo muchas personas involucradas, entre ellas Gustavo Petró, ex director de Planeamiento y Obras Particulares, quien estuvo preso casi tres años “sin ninguna prueba” y eventualmente fue absuelto. “Aparezco en la causa porque grabaron tres minutos de una conversación que no dice nada, que no me involucra en nada, pero la persona que me llamó estaba siendo investigada”, explicó.

En diálogo con LAPLATA1.COM, Gustavo contó su impactante historia de vida. Oriundo de Villa Elvira, trabajó como guardavidas muchos años mientras estudiaba arquitectura. En paralelo, militó en el barrio desde los 13 años: “Trabajé mucho para el bien común, nunca me pensé como un ser individual sino como un ser colectivo, y amo la política desde el concepto de herramienta que debe transformar hacia dónde va una sociedad”. Toda esa trayectoria lo llevó a ser convocado como funcionario en las gestiones de Julio Alak y Pablo Bruera.

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Sin embargo, en 2014 cambió su vida. Ese año comenzó la causa. Bajo la figura de prisión preventiva, estuvo casi dos meses detenido. Luego, sus abogados lograron su libertad hasta que el cambio de gobierno “hizo que vuelva a tener importancia la causa para algún interés mezquino”. En consecuencia, ingresó a la Unidad Penitenciaria Nº 1 de Lisandro Olmos, donde permaneció casi dos años. “Viví todo ese tiempo en un espacio de 1,60 metros por 2,20 metros donde estaba 23 horas al día, en esa celda solo había un catre de cemento, una mesa, unas mantas y un pozo que funcionaba como baño y que tenía que tapar con una botella de plástico para que no salgan las ratas”, relató.

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Estar en la cárcel te quita la identidad, te quita la historia que construiste en un ámbito, en un espacio. Cuando te agarra la máquina del sistema judicial es terrible. Pasas a ser un número en hojas y hojas de un expediente que va a estar en cajones y nadie le importa tu vida, si es o no verdad. Cuando te meten en una causa la gente de alrededor se aleja”, reflexionó Petró, y agregó que “todos estamos en prisión preventiva, a cualquiera le puede pasar lo que me pasó a mí”. En esta misma línea, opinó: “Uno viviendo en la sociedad piensa que la Justicia es algo más elevado, que de alguna manera nos salva como sociedad, y cuando vi el juicio era todo habladuría y chismerío y se toman decisiones sobre eso, descubrí que no tenemos salvación. Se puede meter preso a alguien sin ser culpable, llevarlo a su peor estado. Estoy entristecido no por lo que me pasó a mí, sino lo que representa lo que me pasó a mí en la sociedad. Lo que viví le puede pasar a cualquier persona”.

Después de estar en la cárcel de Olmos, le concedieron la prisión domiciliaria, la cual padeció casi un año: “Económicamente no tenía ayuda de nadie, una verdulera me traía lo que se le ponía feo, mis hijos me ayudaban en lo que podían, y el Estado ausente, me abandonó”. 

CABA - DENGUE

Luego de conseguir su libertad, las dificultades continuaron. A pesar de contar con la profesión de arquitecto, ninguna empresa quería tomarlo. Mientras, trabajó vendiendo empanadas en el tren, en una bicicletería, y hasta barriendo calles. “Más allá de que mi situación económica estaba deteriorada en todo los sentidos, tenía algo muy rico que es mi historia de vida, es abundancia pura”, describió Gustavo. Y contó una anécdota al respecto: “Hace poco una persona en situación de calle me pidió plata y cuando le di me preguntó cómo iba el juicio, yo nunca lo había visto, esas cosas son mágicas”.

Las cosas mejoraron para el arquitecto luego de su absolución: “Una persona que me dijo que siempre creyó en mi inocencia me convocó para un puesto de trabajo donde ejerzo mi profesión”. Hasta hoy en día trabaja en esa empresa, la cual le proporciona un sustento económico que le permite hacer otras cosas, entre ellas el desarrollo de una cooperativa: “La estamos armando con aquellos que son utilizados por este sistema con varias horas de trabajo y poca remuneración, la idea surgió porque siempre participé de asociaciones y clubes en Villa Elvira”. Explicó que la iniciativa tiene tres objetivos. Por un lado, generar trabajo. Por otro lado, armar un taller de oficios. Además, con las ganancias que dejará la cooperativa se buscará armar un proyecto artístico: una orquesta de instrumentos de viento para niños del barrio.

A su vez, Gustavo está trabajando en una obra de teatro sobre su historia de vida: “Antes del juicio asistí a un curso de teatro que se dictaba en Buenos Aires. Cuando salí de la cárcel necesitaba transformar todo el sufrimiento en una cuestión artística, me contacté con la profesora y ahora estamos intentando armar un unipersonal sobre cómo una persona que estuvo privada de su libertad convierte esa experiencia en algo positivo”. “El objetivo es demostrar que todos podemos salir de nuestras prisiones, porque todos tenemos miedo a cuestiones que nos empuja esta sociedad, tenemos miedo a la humillación, a ser pobre, a no pertenecer, en mi caso descubrí esa libertad de no tener miedo estando en la cárcel”, explayó Gustavo.

“Allí salió lo mejor de mí, me conozco de una manera que hubiese sido imposible sin lo que viví”, sentenció.

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