Mateo es de La Plata, fanático de Estudiantes y un trabajo suyo generó gran repercusión en las redes sociales: todas las glorias del pincha en una pierna.
El dibujo no es nuevo para este joven que recientemente egresó del colegio Estrada y ahora estudia Diseño Multimedial en la Facultad de Artes de la UNLP. Sus cuadros habían sido furor en 1 y 57, pero desde hace un tiempo viró hacia el tatuaje. Fue un camino complejo, que cuenta en diálogo con LAPLATA1.com.
La historia de Estudiantes está acá ???????? pic.twitter.com/idYWRsn1ej
— Mateo (@mateodiaz_) September 12, 2023
“La idea de empezar a tatuar surge en diciembre del 2021, pero lo afiancé a partir de este año. Era ajeno, no estaba en mis planes. No me llamaba la atención. Cuando empecé con los dibujos, todos mis amigos me decían que empiece con el tatuaje, que me iban a salir muy bien”, recuerda.
“No me atraía y desconocía cómo era el mecanismo. Pero de a poco me agarraron las ganas, sobre todo cuando quise tatuarme yo. Ahí empecé a informarme”, agrega.
Fue clave el empuje que le dio el cuñado de un amigo. Hoy es su socio en el estudio. Sin embargo, el comienzo fue desconcertarte para Mateo: no entendía el tema de los materiales, las tintas, las máquinas. “Es prueba y error”, dice. Sus padres hicieron una importante inversión: un mini kit para tatuar que costaba 40 mil pesos.
“Era bastante guita en ese momento. Y además una inversión jugada porque tampoco sabía si me iba a convencer del todo el tatuaje”, cuenta el joven.
Desde ese momento comenzó a practicar. Por supuesto no podía usar piel humana. Era un peligro. Lo hacía con frutas, piel sintética y hasta piel de cerdo: “Fui a una carnicería, me traje esa piel y recuerdo que era un olor horrible”, se ríe.
Diciembre del 2021 fue el momento clave. Una juntada nocturna con amigos. “Estábamos al pedo”, resume Mateo sobre el clima de ese momento. Allí fue que un amigo lo apuró: “Ya está, vení, tatuame amigo”. Mateo entendió que era la noche para dar finalmente el salto: dejar el cerdo y pasar al humano. Otros dos amigos se sumaron: también le pidieron tatuarse. De repente, el joven pincha tenía una práctica acelerada.
“La persona se mueve y está adelante tuyo, no es una fruta”, reflexiona sobre el contexto de ese salto.
Desde el 2022 se acentuó su laburo con los tatuajes: “Fui ganando experiencia, sumando turnos. Es un oficio en donde vas evolucionando”.
“Hay que tener responsabilidad de no tomar laburos que sabés que no podés hacer, porque es la piel de la persona y después no sale. Había gente que me pedía cosas y yo no me animaba. Me daba cagazo. Siempre fui responsable con eso”, señala. Hoy ya tiene hecho alrededor de 400 tatuajes.
“En diciembre del 2022, con el Mundial, me largué a hacer caras. Tenés que conocer alguien que confíe en vos. Ya me sentía apto pero no hallaba a nadie. Cuando salimos campeones del mundo la gente estaba loca. Se quería tatuar con cualquiera, no importaba con quién ni cómo. Hice dos o tres de Messi, entonces cuando vieron que quedaron bueno llegaron más personas”, cierra Mateo, un animal del dibujo.
