Laburó 20 años de cafetero en la Ruta 2, allí conoció a su novia, arrancó de cero en La Plata y cambió 180 grados: "Fue duro"

Sebastián y Mechi cuentan su historia. De trabajar juntos en un mítico parador camino a Mar del Plata a comenzar desde cero en Barrio Aeropuerto. Los agarró la pandemia en el peor momento: no tenían agua, luz ni internet
Sociedad 30/11/2023 . Hora: 10:14
Laburó 20 años de cafetero en la Ruta 2, allí conoció a su novia, arrancó de cero en La Plata y cambió 180 grados: ”Fue duro”
Francisco Angulo
Por Francisco Angulo
Periodista.

Sebastián y Mechi se conocieron en un mítico parador de Ruta 2, en Castelli. Él era cafetero y ella trabajaba en la cocina. Un día pegaron el portazo: decidieron seguir sus vidas en La Plata pero en el peor momento: a las pocas semanas arrancaría la pandemia y tenían la casa inconclusa.

En diálogo con LAPLATA1.com, ambos cuentan esta verdadera odisea y cómo se reinventaron completamente.

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Sebastián trabajó 20 años como cafetero. Él nació en Castelli. Mechi, en realidad, es de Mar del Plata pero también vivió en el mencionado pueblo bonaerense. En los veranos trabajaban juntos. Sebastián dejó el café por el pasto: creció enormemente como jardinero en La Plata tras un momento límite: no tenía trabajo y el bolsillo apretaba.

“Todo arranco después de la pandemia. No tenía trabajo y un día mí cuñada me dijo ‘¿por qué no salís a cortar el pasto?’”, recuerda.

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Y mí novia Mechi, que me ayuda con los trabajos, empezó a pensar cómo ofrecer el servicio. Ella hizo una lista de vendedores inmobiliarios y empezó a mandar el flyer por celular”, agrega.

Luego empezaron a invertir en máquinas desmalezadoras y hacer un fuerte laburo en redes sociales: “Después de 8 meses, de frío, viento y ahora calor, tenemos clientes en todos los puntos de la ciudad”. La mayoría de los casos son clientes particulares.

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Yo no tenía experiencia en otros trabajos. Dejé y me vine a vivir a La Plata. Mechi estudia abogacía y ahora colgó porque me ayuda a mí”, señala Sebastián.

Mechi, por su parte, subraya: “Yo creo mucho en la visualización. Cuando era chica estudiaba pintura, y tengo cierta habilidad para saber cómo ofrecer el servicio de la mejor manera”.

“El secreto de todo emprendimiento es la energía que uno le pone y también ser responsable. En este rubro lo que vemos es que muchos dicen que van y no vienen. Los clientes a veces nos dicen que llaman a diez personas diferentes y no van”, añade.

Hay que agregarle valor al mundo y crear tu propia fuente de riqueza, y que esa riqueza te dé libertad. Yo vengo de familia de clase media que creían en los salarios, y fue difícil quebrar esa cosmovisión de cómo ganarse el dinero. El gran sueño de todos en la facultad era trabajar para otro. Yo empecé a pensarlo de otra manera. Nosotros estábamos haciendo una casa, estábamos mal, sin trabajo, chocamos nuestro vehículo. Se vino la pandemia. Todo era muy duro”, recuerda Mechi.

“Nunca nos imaginamos que justo iba a venir una pandemia y que no íbamos a tener albañiles. No teníamos agua, luz ni internet. Era campo. Fue muy duro. Encima nos agarró el Covid a los dos. Yo estuve un mes en cama”, sostuvo. 

Pero completa: “De una gran crisis es que la gente resurge, se reinventa, sale adelante y vuelve a tener fuerzas para lucharla”.

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