Tras una sucesión interminable de parches, “ordenar la macro” será una tarea titánica. Javier Milei está dispuesto a encarar el desafío y el paciente espera con una mezcla de miedo, ansiedad, incertidumbre e ilusión.
La metáfora del dolor de boca puede servir para ilustrar el proceso. Argentina es un paciente que ha acumulado “arreglos” parciales ante distintos dolores. Siempre tratando de evitar extracciones o tratamientos de conducto. De eso no se habla.
Y más: a veces, cuando el dolor reaparece, ni siquiera va al odontólogo. Se automedica. Analgésicos a mano. Tampoco hace muy bien los deberes: no se cepilla de forma adecuada, fuma y come golosinas.
Digamos que Sergio Massa fue un odontólogo que trató de multiplicar esos arreglos parciales. Un odontólogo gradualista. Pero en los últimos dos meses relajó al paciente, volvieron los chocolates sin cepillado posterior, y los dolores (aunque no tan pronunciados) retornaron cada vez con más frecuencia.
Llegaron las elecciones y el paciente eligió, consciente o inconscientemente, un odontólogo con un perfil opuesto: tratamiento de conducto y extracciones. La consecuencia es evidente: sufrirás en el corto plazo (extracción y post-extracción) pero se soluciona el dolor estructuralmente.
Hay que decirlo: bajar una inflación del 140% es extremadamente difícil. Sobre todo porque es una inflación que se ha ido sedimentando desde hace 16 años. No es producto de un fogonazo.
Javier Milei imagina un tratamiento post-extracción muy extenso. Habla de una estanflación de 18 a 24 meses. ¿Un odontólogo tremendista o realista? A riesgo de parecer ingenuo, suena exagerado. Ese sería el caso de una estabilización muy poco exitosa.
El paciente, por lo pronto, ve llegar lentamente a su nuevo odontólogo. De a poco va preparando el torno y el resto de los elementos de su consultorio. El 10 de diciembre abrirá su boca para comenzar el trabajo pero ya tiene un diagnóstico bastante acabado del problema.
Desde ese momento se verá la calidad del odontólogo. No está claro el nivel de anestesia y analgésico que va a aplicar durante el duro proceso. Y el peor de los mundos: un trabajo mal hecho donde duele post-extracción pero la molestia luego retorna por consecuencias no deseadas.
Algo de eso también hay en muchos argentinos: el miedo de que la estabilización sea costosa en lo inmediato y que en el camino aparezcan imponderables que arruinen el “trabajo estructural” y nos devuelva al punto de partida. O, incluso, un punto de partida mucho peor que el actual.
Desde el 10 de diciembre se acabará el misterio y el odontólogo mostrará su calidad profesional.
