Una mujer decidió contar en sus redes sociales cómo fue su infancia vendiendo churros y la repercusión que esa experiencia tuvo para el resto de su vida.
El hilo se volvió viral y la dueña de esta historia recordó diferentes anécdotas: tenía solo 12 años.
“Cuando tenía doce años, tuve que salir a vender churros a la calle con mi hermano. Cuando cuento está experiencia, me atraviesan muchas cosas que me cuesta poner en palabras y lo resumo a ‘Lo más difícil para mí fue el bullying del Cole’. Pero la realidad es que iba más allá”, arrancó.
Cuando tenía doce años, tuve que salir a vender churros a la calle con mi hermano. Cuando cuento está experiencia, me atraviesan muchas cosas que me cuesta poner en palabras y lo resumo a "Lo más difícil para mí fue el bullying del Cole". Pero la realidad es que iba más allá
— Elita (@eliitacba) December 13, 2023
“De sentir vergüenza porque me dijeran churrera o viviera con olor a churros. Recuerdo a mi mamá llorar del cansancio. Porque ella no salía a vender porque no le daban los tiempos. Mi hermana era bebé y no tenía quien la cuide y cocinara. Hacer el mapita de los barrios ya”, siguió relatando.
Y reveló que “habíamos desarrollado un sexto sentido para saber en qué casas nos iban a comprar y en cuáles no. Con mi hermano dividíamos el trabajo, uno en una vereda y el otro en otra. O a veces uno hacia las dos veredas en una cuadra y el otro igual”.
“Nos cruzamos muchos degenerados, gente que nos pedía ver las uñas para comprarnos. Gente que insultaba a mi mamá sin saber la realidad. Y gente que nos cerraba la puerta en la cara. Me acuerdo el speech clarito ‘Hola, buenas tardes. Estamos vendiendo churros a $1 la 1/2 docena’”, agregó.
En ese sentido, sostuvo que “fueron épocas muy difíciles. Y así de difíciles son de transmitir. Pero no me voy a olvidar nunca en una navidad. Mi mamá hizo con mucho esfuerzo unos exquisitos pan dulce. Vendimos casi todo con mi hermano. Y entonces vino un hombre que dijo conocer a mi mamá. Nos pagó un pan con $50 que en ese momento era MUCHA plata. Toda la recaudación de días de trabajo y ventas. De km caminados. De horas trabajadas al calor del horno. Yo siempre fui muy ingenua pero mi hermano no. Así que después de recibir y darle el vuelto, fue corriendo a un local y pregunto si eran verdaderos. Sorpresa. Eran falsos”.
“Lo corrimos al señor y le dijimos. Él dijo que ni va había comprado nada. Le lloramos. Le suplicamos. 11 y 12 años. Y se fue. Llegamos desesperados a casa y le dijimos a mi mamá, que fue corriendo a buscarlo. Lo había visto un par de veces porque había trabajado con él, o algo así. No recuerdo ahora. Nunca recuperamos la plata. Tuvimos que pedir fiado. Y esa noche comimos algo que nos dieron. Pollo creo que era. Nos ayudaron los vecinos”, añadió sobre ese triste episodio.
“Muchísimas pero muchísimas gracias por tantos mensajes lindos. Me gusta contar historias porque todos tenemos una que contar. Hoy es distinto! Con altibajos nos va muy bien! Estoy segura de que todos tenemos momentos que contar y seguramente recordaré más para hacerlo”, siguió la mujer.
Y cerró: “Quiero aclarar que para mí hay más gente buena que mala. Me he cruzado gente maravillosa en la vida, solo que ahora, como dije, quería contar está experiencia. Abrazo grande y muchas gracias de nuevo”.
