

Rocío es de Los Hornos, tiene 28 años y desde hace tres meses decidió jugárselo por su verdadero amor luego de ser echada de una panadería.
“Me encanta ser platense. Es algo que no cambiaría por nada del mundo”, dice orgullosa en diálogo con LAPLATA1.com.
“Desde siempre soy la tía que si hay un cumpleaños, me pongo a hacer los souvenirs, las tarjetitas, la torta, lo que sea”, explica. “Me encanta cocinar. Desde chica hice cursos por hobbie y nunca lo había puesto en práctica”, comenta.
El año pasado vivió un momento muy duro. Fue en octubre. La despidieron de la panadería donde trabajaba. “Fue sin ningún motivo”, recuerda.
Ya había tenido una experiencia similar en otra panadería. Se había contagiado de Coronavirus y cuando iba a reincorporarse le avisaron del despido.
“Me quedé sin trabajo. Seguí buscando, tirando CV, pero el contexto no ayudaba”, dice Rocío. Todavía hoy se lamenta del tiempo que no le dio a su pequeño de 6 años por priorizar el trabajo. Un trabajo donde la terminarían echando.
“Me perdí actos escolares, cuando fue abanderado, su primer día del jardín. Le dediqué mucho tiempo a un trabajo y después me terminaron echando”, señala.
¿Entonces? Rocío entendió que lo mejor era emprender por su cuenta para manejar sus tiempos.
“¿Por qué no hacés cosas dulces para vender?”, le lanzó la idea su hermano. Ella no estaba muy convencida. Veía que los costos y los insumos eran elevados. Dudaba.
“Le quería dedicar tiempo a mi vida, a mi hijo, a mi familia. Un día sobró un manguito, compré harina y empecé a hacer donas bañadas en chocolate, medialunas rellenas y de a poquito empezaron a salir pedidos también de tartas dulces”, cuenta Rocío.
“Es algo que me gusta hacer y lo disfruto. Soy una persona que pone todo el amor en lo que hace, y eso queda claro en los mensajes que recibo de los clientes”, señala la joven de Los Hornos, que ahora sueña con ser docente y tener su propio local.