La empleada pública de La Plata que nunca duerme: se levantaba a las 4 de la madrugada para amasar y la rompe en las plazas

Priscila tiene 29 años y en el 2018 se le prendió la lamparita junto a sus compañeros de ministerio. La pandemia complicó todo y ahora retomó: "Amo lo que hago y no es una frase hecha"
Sociedad 18/11/2024 . Hora: 11:19
La empleada pública de La Plata que nunca duerme: se levantaba a las 4 de la madrugada para amasar y la rompe en las plazas
Francisco Angulo
Por Francisco Angulo
Periodista.

Priscila tiene 29 años, es de La Plata y trabaja como empleada pública desde hace varios años. Sin embargo, nunca pudo dejar su pasión por la cocina.

SHOW DEL DESAYUNO

La joven está casada, tiene tres hijos y dice a LAPLATA1.com que es emprendedora “desde que tiene uso de la razón”.

“Actualmente vendo rosquitas, bolitas de fraile, pancitos caseros saborizados, tortafritas, y ahora incorporé galletitas, budines y pan dulces. Todo lo hago en mi casa”, explica Priscila.

En el 2018 empezó todo. Ella ya trabajaba en el ministerio y elaboraba algunas cositas dulces para sus compañeros de laburo. Hasta que en un momento se le prendió la lamparita y comenzó a vender en el mismo edificio, fuera de su horario laboral. Un 2x1.

CADENA COOL

Cuando llegó la pandemia tuve que dejar de vender. Yo no era personal esencial y no iba casi nadie a trabajar al ministerio. Además era complicado vender productos elaborados artesanalmente en plena pandemia. Fue todo un caos”, recuerda la joven.

Hace poquito, sin embargo, Priscila decidió volver a la acción, muy apoyada por la posibilidad de difundir su laburo a través de las redes sociales.

SHOW DEL DESAYUNO

“Estaba la necesidad de tener otro ingreso por la situación del país, los niños, el alquiler. Me animé a volver a producir pero esta vez estoy dispuesta a hacer crecer cada vez más mi negocio, con nuevos productos”, subraya, y cuenta que vende por Facebook y también suele ir a plazas.

“Amo lo que hago y no es una frase hecha. Me da satisfacción leer a la gente cuando me felicita, cuando me vuelve a comprar o me recomienda”, señala.

El 2x1 que metía la joven en el ministerio la dejaba seguramente extenuada. “Me levantaba a amasar a las 4 madrugada, me llevaba dos tupper grandes con rosquitas y tortafritas, y gracias al cielo vendía todo. Eso lo hacía en época de otoño o invierno. En verano llevaba ensaladas de fruta para vender y también me iba muy bien”, recuerda sobre esos primeros tiempos de venta en el ministerio.

En la pandemia, por su parte, tuvo que ingeniárselas con otro proyecto: “Empecé a hacer transmisiones en vivo de ropa usada. Un estilo de feria americana. Calculá que yo empezaba a transmitir a las 8 de la noche y terminaba tipo 1 o 2 de la madrugada. Además no era solo la transmisión en vivo, sino conseguir lotes de ropa para vender, seleccionar la ropa, ir a buscarla, lavarla y plancharla. Después de las transmisiones, armábamos los pedidos y terminamos como a las 3 o 4 de la madrugada”. 

Ahora regresó con sus cositas dulces y Priscila no duda: está decidida a romperla definitivamente.

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