Alejandro lleva 27 años metido en el mundo de la música, es de La Plata y junto a su familia la rompen todos los fines de semanas en el Conurbano Bonaerense.
“Somos la única familia cantante de La Plata”, infla el pecho en diálogo con LAPLATA1.com. Se bautizan “Los Ferreira”.
“Tengo 27 años en el oficio. Empecé con un grupo folklórico donde recorrimos varias provincias haciendo un folklore novedoso con canciones de mi autoría”, señala Alejandro.
El músico platense recuerda que era una fusión entre el rock y el folklore. Algo inédito. “Lo hicimos antes que Los Nocheros. Ya teníamos una guitarra electroacústica y una batería”, subraya.
El grupo finalmente se disolvió pero Alejandro siguió adelante con sus shows individuales. No por tanto tiempo: de a poco fue sumando a su familia al mundo artístico.
“Mi pareja no cantaba y ella me comentó que quería aprender. Le enseñé muchísimo y ahora canta como una genia”, recuerda. Fue el principio de esta sociedad familiar. “Con el tiempo fui incorporando a mis hijos. Ellos han pisado ya miles de escenarios y fuimos a la televisión también. Yo pasé a segundo plano. Hoy soy más un entrenador que el artista principal. Todos los fines de semana cantamos juntos”, dice Alejandro.
La noche no es fácil para el universo musical. Alejandro afirma la importancia de hacerse respetar: “No valoran al cantante, sino solo lo comercial. Hay muchos cantantes que no saben cantar. Está duro porque te pelean el pago. Hay muchas injusticias en la noche. Muchos boliches quizás no quieren pagar. Eso es lo malo”.
Y recomienda: “Si no te pagan, no tenés que ir. Hay que valorizar este trabajo. Es muy sacrificado. Es como estar en el circo: estás de acá para allá tratando de divertir a la gente con la mejor cara”.
Hoy Alejandro pisa fuerte desde Hernández. Desde la avenida 31 se puede oír el ritmo pegadizo que copa sus clases. Arrancó con cuatro alumnos, y hoy tiene más de 60.
“Hasta los 20 años fui bailarín, pero lamentablemente tuve un accidente y no pude seguir. Para mí el escenario es todo. Mi vida siempre fue una cuestión de bohemia y de cultura. Todos me decían que no vaya para ese lado, pero era mi alma. Es una forma de vida. No es un trabajo. Vivo con la música día y noche”, completa Alejandro.