Víctor trabajó 15 años en la seccional de La Plata del INADI. El 20 de mayo de este año se confirmaría la triste noticia: fue cesanteado a través de un frío mail. Ahora, con el delantal, busca abrir nuevos horizontes.
“Entre los primeros días de abril del año 2009 y el 20 de mayo de este 2024 fui trabajador del INADI, realizando tareas en el área de comunicación y prensa, tanto en la sede central, en la ciudad de Buenos Aires, como en la delegación provincial, en la ciudad de La Plata”, comenta en diálogo con LAPLATA1.com.
“Trabajaba asesorando, recibiendo consultas y denuncias, compartiendo talleres en diferentes instituciones, como escuelas y clubes deportivos, de la región”, explica.
El 20 de mayo no será un día más para Víctor: “Era algo que se podía prever, a partir del anuncio, unos pocos meses antes, del cierre del organismo. Pero aún en lo esperable o previsible, la noticia no nos eximió de sorpresa y dolor, de bronca por la certeza de saber de lo injusto de la decisión”.
“Fue respirar hondo, armarse de templanza y hablar y acompañarnos con las amigas y los amigos en igual situación, y decirles a los niños y a la familia, pero en especial a los niños, que es en los malos tiempos cuando debemos poner en juego todo eso que decimos y que antes soñamos para la construcción de un mundo mejor”, reflexiona Víctor.
“Es cuando la mano viene cambiada, donde tenemos la oportunidad de probarnos, de saber de qué estamos hechos y hechas”, subraya.
Él es licenciado en Comunicación Audiovisual y desde siempre le tuvo un gustito especial a la cocina: “Siempre incursioné, por gusto y curiosidad, en el ámbito de la cocina. En fiestas de cumpleaños, con amigos y amigas, en reuniones de cualquier tipo, me ponía el delantal buscando agasajar con la mayor variedad de comidas posibles”.
“La cocina, así como la escritura, pensada y sentida como un lugar de creación, como un espacio desde donde llegar a los demás, compartiendo, poco o mucho, lo que uno sabe. Eso que todos y todas, desde la superficie o las profundidades, tenemos para ofrecer”, sostiene Víctor.
Un amigo le venía insistiendo de armar algún tipo de emprendimiento gastronómico para sumar un dinero adicional. Todo suma. Finalmente Víctor le hizo caso y puso manos a la obra. O, mejor dicho, manos a la masa.
Arrancó con empanadas caseras pero de a poco se fue ampliando: escabeches, guisos, platos vegetarianos y lo que los y las comensales van queriendo. “La cosa que se fue moviendo, no a un gran ritmo, pero se fue moviendo, que lo sigue haciendo, entreverado con citas literarias, con párrafos de novelas y cuentos”, cuenta.
El ex trabajador del INADI también destaca que el apoyo de su familia fue fundamental: “La ausencia de un trabajo formal desorganiza la vida. En términos económicos y en aspectos profundos, que se suelen ignorar, referidos a lo emocional, a lo afectivo, a la tantas veces mencionada salud mental. Que a muchos y a muchas de esas miles, millones de personas las priven de su trabajo, con la violencia de lo que no tiene razón, genera angustia y desolación”.
“La ausencia de un trabajo formal no suele medirse más allá de la estadística. Muchas personas no pueden levantarse, no pueden seguir, no pueden lidiar con una salud mental y física que es castigada por la ausencia de ese trabajo. Es esperable y comprensible que eso suceda, y sin embargo la persona queda ahí, como en una deriva social en la que se ese mundo, hostil y pequeño, se percibe que sigue como si nada”, agrega Víctor.
¿Y cómo será su futuro? Víctor todavía no arriesga ningún destino. Solo comenta que sostiene la escritura y la lectura mientras acelera su proyecto gastronómico.
“Tal vez se dé en la cocina la novela de la vida, y viceversa. Y no como una mera instancia de supervivencia. La existencia es más, mucho más que comer, vestirse y gastar demasiadas horas, cada día, entre la casa y un trabajo”, reflexiona finalmente Víctor.