Sebastián es de La Plata y desde muy pequeño estuvo rodeado del mundo de los panes.
“Empecé desde chico. Mis dos hermanos mayores siempre estuvieron metidos en el mundo de la panadería. Siempre me llevaban con ellos para hacerles compañía”, recuerda en diálogo con LAPLATA1.com.
Tenía 11 años y quizás ya imaginaba que su destino iba a estar ligado a la harina y las masas. Le cebaba mates a sus hermanos en esas largas jornadas de horneadas. De a poquito fue mamando esa cultura.
Sus hermanos trabajaban en una panadería ubicada en la zona del Cementerio de La Plata. Sebastián recuerda esos momentos con nostalgia.
“Arranqué como ayudante a los 20 años y luego pasé como maestro panadero”, dice sobre su evolución. Encima, el mundo de los panes también le permitió conocer a su mujer. También ella es apasionada de la confitería. No hay agnósticos de la harina.
Así fue como finalmente decidieron dejar de trabajar para otras personas e iniciar su propio emprendimiento. Fue en el 2013. Hasta ahí, siempre habían sido empleados.
“Al principio nos fue re bien aunque obviamente siempre luchando con el tema de las subas de precios”, explica. Y es que algunos clientes tratan de forzar descuentos por cantidad que no siempre son posibles: “A veces no entienden que yo voy al distribuidor y por más que yo compre 20 bolsas de harina no obtengo descuentos”.
En 2023 abrieron su propia panadería, bien familiar. Está en el barrio Malvinas. Pudieron, además, comprar su primer horno. Todavía, cuenta Sebastián, lo están pagando. Todo a pulmón.
“Tuvimos obviamente buenos momentos y malos pero aun así no bajamos los brazos. No me dejo ganar. Los clientes van y vienen. La gente hoy en día no busca calidad que es lo que trato de dar siempre. La gente busca precios y no los culpó: la economía no está a favor de los emprendedores”, completa Sebastián. Solo parece haber una garantía: vivirá siempre rodeado de panes.