Le trajeron lombrices de Estados Unidos en el 2003, se volvió un fanático en La Plata y las ama con locura: “Son Dios”
Ariel cuenta que desde 1998 empezó a tener una inclinación con el mundo de la tierra y un amigo que viajó a Estados Unidos le cambió la vida: "Nunca me dio impresión. Yo toco todo con la mano"