El desgaste del votante de Cambiemos

Opinión 07/01/2018 . Hora: 10:30
El desgaste del votante de Cambiemos

La ciudadanía le dio dos veces un fuerte apoyo a Cambiemos. En el 2015 lo colocó en el poder, y en el 2017 le dio un respaldo en las legislativas.

El gobierno tiene un núcleo de votantes que conoce las dificultades económicas heredadas y que, por lo tanto, controla su ansiedad por mejoras inmediatas. Inclusive, avala medidas impopulares, aunque necesarias según su visión: restructuración del sistema previsional, aumento de los servicios públicos o despidos en el sector público.

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Pero no está claro que esa masa de votantes de Cambiemos sea la predominante. Tiene un núcleo duro, pero inferior al que supo construir el kirchnerismo.

El anterior gobierno había sido muy hábil en elaborar argumentos (o buscar culpables) a los problemas del país: la inflación era responsabilidad de los empresarios, la tensión del dólar era obra de los especuladores, la inseguridad obedecía a una exacerbación del periodismo, y así con todos los temas. Esa "coraza" permitió que los votantes kirchneristas no tendieran un puente entre los problemas económico/sociales y la gestión de su gobierno.

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Cambiemos también generó una nueva "coraza": la famosa "pesada herencia", que tiene su punto más visible en la corrupción. Es el argumento que ha manifestado varias veces Carrió: "Todo lo que te falta ahora es lo que se robaron en el pasado". Pero eso se va extinguiendo. La gente quiere resultados. Y el gobierno no está en condiciones de darlos en el corto plazo. Al contrario: todavía tiene que dar malas noticias.

Este votante de Cambiemos sufre un doble desgaste: el de esas malas noticias que le golpean su bolsillo (como los ajustes tarifarios de la luz o el transporte), pero fundamentalmente el desgaste psicológico que impulsan los votantes kirchneristas y de izquierda contra el gobierno. Copan las redes sociales, las reuniones informales y los medios de comunicación con mensajes simples y repetitivos: "Macri beneficia a los ricos, no tiene sensibilidad y ajusta a los pobres".

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El mecanismo es muy eficiente porque cada medida impopular que toma el gobierno refuerza el slogan opositor y golpea a esos votantes de Cambiemos indecisos.

El último informe (diciembre) del índice de Confianza del Consumidor que elabora la Universidad Di Tella reveló una fuerte caída del ejecutivo: la confianza descendió 15% en el último mes, y en el Gran Buenos Aires trepó a 17.5%. Es una caída muy fuerte de la confianza tras varios meses de percepción favorable. 

El viernes, el economista Carlos Melconian (amigo de Macri, pero bastante crítico de Marcos Peña y Nicolás Dujovne) dijo que los primeros cuatro años de Cambiemos servirán para ordenar la macroeconomía, y que el crecimiento real recién llegará a partir de 2019. ¿El votante tendrá tanta paciencia? 

El gobierno puede tomar tres caminos para evitar que ese desgaste mental y económico de sus votantes lo lleven a la derrota en 2019: 1) Exacerbar el odio anti-K y mantener en agenda toda acción que deslegitime a la oposición; 2) Dar algunas noticias populares aisladas para quebrar la inercia del desgaste psicológico de la oposición (de ahí surgió la Reparación Histórica a los Jubilados, una medida que se tomó en medio de los tarifazos del 2016); o 3) Reconocer abiertamente que hay un desequilibrio fiscal muy grave, que el país no puede seguir con semejante ritmo de endeudamiento, y que por lo tanto habrá que pagar algunos costos en el corto plazo para ser sustentables en el futuro. 

Macri ha deambulado por las tres opciones en diferentes momentos. Se muestra optimista, repasa logros de gestión, pero también recuerda la herencia K y advierte sobre la necesidad de ajustar el gasto público. Esa decisión comunicacional será clave para no perder la credibilidad de su universo de posibles votantes.

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