El kirchnerismo en el poder disputó seis elecciones (2003, 2005, 2007, 2009, 2011, 2013 y 2015). Y solamente en el 2009 enfrentó la elección en estado de recesión.
En realidad, ese 2009 fue un cóctel letal: la crisis internacional del 2008, el conflicto con el campo del 2008, y dos shocks externos inesperados: una dolorosa sequía para el agro y la gripe porcina.
El resultado es el conocido: la lista compartida por Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Massa cayó ante la de Unión PRO (el espacio conformado por Francisco De Narváez y Mauricio Macri) en la Provincia de Buenos Aires.
Inclusive el propio Macri enfrentó su única elección en el poder (la del 2017) con la economía expandiéndose. En general, los gobiernos utilizaron los años pares para hacer los ajustes y las correcciones macroeconómicas impopulares, y en los impares ponían más plata en la calle durante las elecciones (vía obras, salarios públicos, subsidios, etc).
Pero así como el kirchnerismo no pudo escapar a la crisis internacional y los shocks negativos del 2009, tampoco Cambiemos tendrá tiempo de presentar buenas noticias económicas. En la cabeza de Sandleris y Dujovne está la siguiente secuencia: 1) reducir la oferta monetaria, 2) reducir las expectativas de inflación, 3) reducir la inflación, 4) reducir las tasas de interés, y 5) estabilizar el dólar.
Nótese que la estabilización (tranquilidad) del dólar es el último paso de la secuencia. Y esto es porque el gobierno y el FMI acordaron un tipo de cambio libre, donde el Banco Central no intervenga para frenar su valor (salvo que supere el techo superior fijado). Por ahora el Banco Central solo consiguió el paso 1). Y no parece haber, en el corto plazo, expectativas de inflación descendentes. En el gobierno confían en que a partir de mayo (post suba del gas) los índices de inflación perforen hacia abajo el 2%.
Esto evidencia que las tasas deberían seguir altas hasta junio, y que la lucha contra el dólar será un día a día. En el ejecutivo le rezarán al campo para que aporten rápidamente los dólares de la cosecha.
Volviendo al 2009, hay que recordar que ese año la actividad cayó 6% (dato revisado por el actual Indec), y que se perdieron alrededor de 150.000 mil puestos de trabajo. El Indec de aquel momento solo reconoció 100.000 empleos destruidos (sumando al sector público y privado), pero desde la CTA y el CEPA alertaron que la cifra había sido sensiblemente superior.
Yendo más hacia atrás, esta trampa de la recesión también fue letal para el menemismo (Duhalde pierde ante De la Rúa en un año de caída de la actividad), mientras que el propio De la Rúa se va a en helicóptero también en un año recesivo como el 2001. Le tocará a Macri el durísimo desafío de ganar con caída del PBI, algo que peronistas, kirchneristas y radicales no pudieron.
