Sin dudas, estamos atravesando uno de los momentos más difíciles de nuestra historia. El aislamiento ya superó los cien días y el encierro comienza a resultarnos cada vez más difícil.
Los argentinos estamos acostumbrados a compartir tiempo con nuestros seres queridos y en nuestras infinitas charlas -antes de la cuarentena, por supuesto- el mate fue siempre la excusa perfecta para sentarnos a compartir.
La pandemia del coronavirus nos obligó a cambiar de hábitos, de rutinas, de costumbres y a conectarnos de otra manera con nuestro alrededor. El mate fue siempre un compañero de momentos, de charlas, de debates y de una rutina que hasta el día de hoy, extrañamos mas que nada.
Nos encontramos en un momento del mundo en el que, al menos para nosotros, los argentinos, juntarnos a tomar unos mates es una de las cosas que más añoramos. Pero hoy en día, aunque no podamos estar en contacto con otros, aprovechamos la pausa del "encierro" y el poco contacto que tenemos con los otros para poner la pava y sentarnos con nosotros mismos a contemplar el afuera desde adentro de casa, con unos mates de por medio, claro.
Ahora bien: ¿con quién extrañás tomar mates? Porque una de las últimas cosas que volvamos a hacer cuando termine la cuarentena, sin dudas, será compartir una bombilla, aunque hacerlo signifique mucho más que un riesgo de contagiarnos coronavirus. El mate es la forma que tenemos de ponernos en contacto con el otro, de hacer ameno un momento íntimo y de dar lugar a una charla que puede extenderse por horas. Pero seguramente sea lo último que querramos volver a hacer.
Todos extrañamos ese mensaje tan típico en el que un amigo nos invita a tomar unos mates a su casa, a una plaza o bien, que un compañero de trabajo nos convide uno bien calentito en pleno invierno. Pero va a faltar mucho para que esta costumbre típica vuelva a cobrar fuerza en nuestra vida diaria.
Hoy el mate es el compañero de muchos -individualmente- que quizás, en otros tiempos, no se refugiaban en esta bebida a la que consideraban social y pasó a ser un momento con uno mismo: se transformó en un instante de disfrute, de contemplar la pausa que nos ofrece el mundo y a la vez, de encontrarse en medio de tanto caos.
Sin dudas, no debe haber alguien que no extrañe compartir un mate en estos tiempos: empezar la ronda, cambiar la yerba, calentar la pava y decir: "che, devolvé el mate". Porque es la infusión preferida de los argentinos, la que nos une, la que nos hace compartir y da rienda suelta a conversaciones que todos extrañamos hoy en día.
La pandemia nos obligó a calentar el agua para nosotros mismos. A prepararnos unos mates calentitos en este invierno crudo y distinto a los anteriores. A establecer contacto con el otro sin el mate de por medio. Y faltará mucho para que compartamos bombilla, seguramente: ojalá que menos de lo que pensamos.
